El Ford Edge fue uno de los modelos de la marca americana que más tiempo tardó en dar el salto de Estados Unidos a Europa, pero, tras hacerlo hace un par de años, se posicionó como una de las opciones premium del fabricante. Ahora, el Edge 2018 llega haciendo hincapié en su faceta deportiva, tanto en el apartado estético como en el mecánico.
El todocamino recibe una puesta al día que afecta sobre todo al frontal, introduciendo modificaciones menores en paragolpes, parrilla y faros. Lo más destacado, no obstante, es el añadido del acabado ST-Line. Lo que parece descartado es que al viejo continente llegue el deportivo Edge ST.
El Ford Edge ST-Line luce una parrilla negra con trama hexagonal, bajos específicos, llantas de 20 pulgadas (que pueden ser de 21 opcionalmente) y salida de escape doble. En el interior cuenta con alfombrillas de Velour, pedales de aluminio y asientos tapizados en piel que en las plazas delanteras son ajustables en 10 vías. Además, esta línea mejora ligeramente el comportamiento gracias a la dirección Ford Adaptive Steering y a la suspensión deportiva rebajada y de tarado más duro.
En cuanto a motores, no llegará el V6 de 340 CV del mencionado Edge ST, pero acompañando a las opciones pequeñas, dos bloques diésel de 150 y 190 CV, se estrena un propulsor diésel 2.0 EcoBlue biturbo que entrega 238 CV y se asocia tanto con una caja de cambios automática de ocho relaciones como con un sistema de tracción integral.
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Apasionado del motor desde pequeño, primero de las motos y después de los coches, con especial predilección por los modelos nipones. Lleva una década dedicándose al sector, formado primero en Autobild y desde entonces en el Grupo Prisa, probando todo lo que haga ruido... o no.