Se parece al actual, pero es un coche nuevo muy mejorado. El Honda CR-V 2012 representa una evolución continuista y sigue siendo uno de los todoterrenos medios más amplios y prácticos como coche familiar. La marca japonesa ha puesto el énfasis ahora en la calidad, con un interior y un tacto de conducción más cuidados, y también en la eficiencia, con una mecánica optimizada para reducir el consumo.
El nuevo CR-V llegará a España en noviembre con motores 2.0 de gasolina (155 CV) y 2.2 turbodiésel (150 CV). Y por primera vez estará disponible con tracción delantera (4×2), aparte de las versiones 4×4. La alternativa más asequible, gasolina y 4×2, costará 27.200 euros, mientras que el turbodiésel, siempre con tracción integral, subirá a 29.900 euros.
La cuarta generación de este pionero entre los todoterrenos ligeros (chasis de turismo y cambio sin reductora) compite con más de 20 modelos similares. Pero por su habitabilidad, superior a la media, es una alternativa a los 4×4 más amplios, como los BMW X3, Chevrolet Captiva, Mazda CX-5 y Land Rover Freelander 2. Mide 4,57 metros de largo, casi igual que el anterior, y presenta una imagen similar, aunque con un frontal más poderoso y una línea algo más estilizada. Pero es tres centímetros más bajo, y este detalle, junto a un parabrisas delantero más tumbado y a los bajos carenados, mejora un 6,5% la eficiencia aerodinámica.
El interior cambia más y muestra un salpicadero más sofisticado y menos cuadrado, y un mayor mimo en los materiales y ajustes, que se acercan a las calidades europeas. Pero lo mejor es su espacio y funcionalidad, aunque ha perdido la fila trasera deslizable del modelo actual.
La mecánica conserva los motores y suspensiones del CR-V de ahora, aunque se han revisado a fondo para reducir el consumo y disfrutar una conducción más suave y silenciosa. Los motores incluyen sistema Start&stop y cambio manual de seis marchas. El 2.0 de gasolina sube de 150 a 155 CV y gasta 7,4 litros de media (173 g/km de CO2), 0,8 litros menos que antes. Y en la nueva versión de tracción 4×2 baja a 7,2 litros (168 g/km). El 2.2 turbodiésel, solo disponible con 4×4, mantiene la potencia, 150 CV, pero consume casi un litro menos: pasa de 6,5 a 5,6 (149 g/km). También se ofrece un cambio automático algo desfasado, de cinco velocidades (frente a las seis, siete e incluso ocho de sus rivales) que refuerza el confort al volante pero eleva el gasto un litro con el motor diésel.
El equipamiento de serie tampoco está cerrado, pero toda la gama llevará control de estabilidad, seis airbags, climatizador y ordenador de viaje. En los acabados superiores se podrá disponer de techo solar, acceso y arranque sin llave, cámara trasera y varios sistemas de seguridad heredados del CR-V actual: radar antichoque (CMBS), control de velocidad inteligente (ACC) y ayuda al guiado por el carril (LKAS), que mueve el volante si el coche se sale de la trayectoria correcta.
Espacio ampliado
La amplitud interior es el principal valor diferenciador del CR-V frente a los todoterrenos similares, y se completa con varias soluciones que refuerzan la funcionalidad y convierten al 4×4 de Honda en un familiar muy práctico. Para empezar, incluye cinco plazas con espacio para todas las tallas y una buena dotación de huecos para objetos. El maletero gana capacidad y llega ahora a 589 litros (65 más). Y puede incorporar un piso de goma lavable y un portón con accionamiento eléctrico. Además, estrena un sistema de plegado automático de los asientos: basta accionar un tirador para abatir la fila y disponer de una longitud de carga de 1,57 metros, 14 centímetros más: caben con holgura bicis, muebles, carritos de niños… En cambio, ya no tiene la fila trasera deslizable del actual CR-V, porque es incompatible con el nuevo sistema de plegado.
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