Para los amantes del motor, existen circuitos que son templos. Algunos de ellos, incluso, permiten hacer realidad sus sueños, ya que abren sus puertas para que acceda cualquiera que tenga carnet de conducir. Esta libertad tiene, sin embargo, un precio: la seguridad. Razón por la que Nürburgring ya obliga a trazar sus curvas a 130 km/h.
Lo cierto es que el Infierno Verde no siempre es un circuito: sólo actúa como tal cuando hay una carrera real, un evento privado o los días reservados por las marcas para probar sus modelos. En estos casos, la pista no está abierta al público y todos los conductores presentes en el circuito deben acatar las pertinentes normas.
Las cosas cambian en las ‘touristenfahrten’, es decir, las sesiones en las que Nürburgring abre sus puertas para que participe cualquier vehículo. El problema de estas sesiones es que se incrementa el número de conductores sin experiencia en un circuito. No en vano, en un fin de semana, pueden pasar por allí 2.000 coches y juntarse en la pista hasta 250 conductores.
En estas jornadas de puertas abiertas, todos los conductores tienen que ser conscientes del escenario en el que están y de la compañía que tienen. Es fácil, por ejemplo, encontrar un vehículo lento después de dibujar una curva: en principio, estos conductores deben ocupar la parte derecha para que los más rápidos los adelanten con seguridad.
Velocidad mínima para Nürburgring
Para evitar situaciones de este tipo, Nürburgring ha decidido tomar cartas en el asunto. ¿Cómo? Estableciendo una velocidad mínima de 130 km/h para las touristenfahrten: un ritmo que será aplicable a cualquier vehículo.
Hasta ahora, el límite era 59,5 km/h. El nuevo supone superar el anterior en más del doble para, de esta manera, limitar el acceso a los modelos que sí puedan llegar y mantener ese ritmo. Es una forma de aportar, también, más seguridad a aquellos que sí son capaces de dibujar el trazado del Infierno Verde a altas velocidades.
Otras medidas de seguridad
El nuevo límite mínimo de velocidad es solamente uno de los cambios centrados en la seguridad que Nürburgring está poniendo en marcha. A principios de año, sus responsables anunciaron una inversión de 11 millones de euros en un proyecto con el que darán forma a una infraestructura nueva para vigilar todos los ángulos del circuito: lo harán a través de cámaras e inteligencia artificial.
Lo que de momento no es obligatorio son elementos que no son legales en las carreteras públicas como, por ejemplo, el HANS, los arneses con varios puntos de fijación que sustituyen a los cinturones en los modelos más prestacionales o el casco, que sigue limitado a las motos. Y es que para hacer imperativo su uso, Nürburgring tendría que funcionar siempre como un circuito, con todo lo que ello implica.
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