Cuando creías que un Ford Mustang no podía ir a más, Shelby se puso a hacer Cobras. Y cuando pensabas que el Cobra era el máximo exponente del muscle car, Shelby vuelve a superarse a sí misma y da a luz al Super Snake.
Salta a la vista que, aun siendo un escalón superior, es parte de la familia. La base es un Mustang GT 2015, pero ha recibido un pertinente kit aerodinámico de fibra de carbono y unas cuantas mejoras mecánicas como las llantas forjadas Weld Racing de 20 pulgadas, un nuevo sistema de refrigeración, los frenos Shelby Wildwood con pinzas de seis pistones, cambios en la dirección, un nuevo escape y un turbo que acoplado al motor V8 5.0 lo lleva hasta superar los 650 CV.
Esta es la versión ‘normal’, por la que hay que pagar 50.000 dólares. Pero hay otra, que recibe el clarificador nombre de ‘750+’, pensada para los clientes a los que se les quede corta.
Obviamente la potencia del Super Snake supera en este caso los 750 CV gracias a un turbo (que puede ser Whipple o Kenne Bell), pero también añade otras mejoras al modelo básicos: frenos traseros Shelby Wildwood con pinzas de cuatro pistones, un árbol de transmisión de una sola pieza y un sistema de refrigeración optimizado tanto para el motor como para el diferencial y la transmisión. El 750+ cuesta 55.000 dólares.
Además hay toda una ristra de opciones de personalización al gusto del cliente: diferentes tipos de asientos, tapicerías, tipos de anclaje e incluso una jaula antivuelco.
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Apasionado del motor desde pequeño, primero de las motos y después de los coches, con especial predilección por los modelos nipones. Lleva una década dedicándose al sector, formado primero en Autobild y desde entonces en el Grupo Prisa, probando todo lo que haga ruido... o no.