El sistema start-stop ha ganado popularidad masivamente en el último decenio, pero tiene sus raíces en la década de 1970, con los primeros prototipos de Toyota. Sin embargo, no fue hasta principios de los 2000 cuando comenzó a implementarse de forma más generalizada en la industria automotriz europea, buscando reducir las emisiones de CO₂ y el consumo de combustible.
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A pesar de sus demostrados beneficios medioambientales, en los últimos meses, voces críticas por parte de los profesionales de la mecánica han inundado las redes sociales. Talleres de todo el mundo han advertido sobre el desgaste prematuro que este sistema puede causar en componentes clave del motor, como el motor de arranque, la batería y, potencialmente, incluso los cojinetes del cigüeñal, debido a los frecuentes ciclos de encendido y apagado.
Fin a las subvenciones
El director de la Agencia de Protección Ambiental (EPA) de Estados Unidos, Lee Zeldin, ha anunciado una medida que sacudirá la industria automotriz y, sin duda, resonará entre millones de conductores: la eliminación de las exenciones fiscales que hasta ahora beneficiaban a los fabricantes por incluir el sistema Start-Stop en sus vehículos. Esta decisión, que pone fin a una política de apoyo vigente desde 2012, llega acompañada de duras críticas por parte de Zeldin hacia una tecnología que, pese a sus beneficios medioambientales, no ha logrado conquistar el corazón de los automovilistas.
El sistema ‘start-stop’ apaga automáticamente el motor del coche cuando este se detiene, por ejemplo, en un semáforo, con el objetivo de reducir las emisiones de CO₂ y mejorar la eficiencia del combustible. Diversas investigaciones han confirmado que esta tecnología ofrece un ahorro real, especialmente en paradas prolongadas de más de siete segundos. Sin embargo, su impopularidad entre los conductores es innegable.
El final del sistema
Lee Zeldin, desde su posición al frente de la EPA, no ha dudado en calificar el start-stop como “irritante” y un “trofeo de participación climática” que los fabricantes utilizaban para obtener beneficios medioambientales. En publicaciones recientes en redes sociales, Zeldin expresó su descontento, describiendo la experiencia como si el coche “se muriera en cada semáforo” y concluyendo de forma tajante: “La EPA lo aprobó, y todo el mundo lo odia, así que lo arreglamos”.
Esta postura se suma a las advertencias ya mencionadas de los mecánicos, quienes han alertado sobre posibles efectos perjudiciales a largo plazo en el motor. La eliminación de estos incentivos fiscales por parte de la EPA marca un punto de inflexión en la relación entre el gobierno estadounidense y una tecnología que, aunque concebida para la sostenibilidad, ha sido ampliamente criticada.
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Entusiasta del motor en toda su magnitud, preferiblemente los V12. Le dijeron que cuatro ruedas eran mejor que dos, por eso se compró otra moto. Claro que también le apasiona cuando van las cuatro juntas. Ha trabajado como creativo publicitario para muchas marcas de coches y motos e hizo la mili en esto de juntar letras en la editorial Luike.
