Los dos Toyota que funcionan con aceite de cocina

La guerra contra los combustibles fósiles es un hecho en Europa. Lo pone de manifiesto la prohibición de la venta de coches no eléctricos a partir de 2035, aunque los fabricantes demandan excepciones como la de los combustibles sintéticos. No son algo del futuro.

Estos carburantes forman parte del presente y algunos están hechos de elementos tan cotidianos como es el aceite de cocina, que ya se usa para propulsar automóviles.

Es el caso de los Toyota Hilux y Toyota Land Cruiser, que ya están disponibles en versiones que son compatibles con el diésel HVO100, un biocombustible sintético que está formado principalmente por aceites vegetales, como el de colza y el de palma, pero también de otros tipos de aceites reciclados, como el mencionado de cocina.

Este tipo de combustible presenta ventajas considerables respecto al diésel convencional. Lo primero es que no tiene combustibles fósiles; lo segundos es que es 100% renovable y lo tercero es que presenta unas emisiones de CO2 hasta un 90% inferiores a las del gasóleo convencional.

En el caso de los Toyota, para hacerlos compatibles con el biocombustible, solo es necesario un ajuste en el sistema de inyección, con el objetivo de aumentar el caudal de éste. Esto se debe a que su densidad es inferior a la del diésel convencional, pero sus propiedades de combustión son idénticas.

HVO: menos emisiones

La compañía japonesa afirma que esta ligera modificación resulta, además, en un pequeño incremento del rendimiento del motor. Y este sigue siendo compatible con el diésel normal, por lo que en caso de no poder repostar con HVO100, puede usar gasóleo.

La presencia de este biocombustible no es tan común como la de otros, pero cada vez se está extendiendo más. Así, Toyota apunta a que en Europa ya se ha superado el millar de estaciones de servicio en las que está disponible, siendo sus mercados más destacados Bélgica, Dinamarca, Finlandia, Estonia, Letonia, Lituania, Holanda, Noruega y Suecia.

Además, la proyección es que su importancia crezca y se espera que de los cuatro millones de toneladas que se producen en la actualidad, se pase en 2030 a 15,5 millones de toneladas.