Se ha visto en algún que otro prototipo, pero parece que cada vez estamos más cerca de ver coches de calle en los que los espejos retrovisores sean historia. Útiles como son, no dejan de tener inconvenientes como por ejemplo empañarse o, más aún, los peligrosos puntos ciegos que dejan alrededor del coche.
En esta tesitura solo era cuestión de tiempo buscar una alternativa más productiva que, en la época tecnológica que vivimos, pasa por el uso de cámaras. Este el concepto en el que se basa el BMW i8 Mirrorless.
Emplear como base el deportivo eléctrico no es más que una estrategia para darle más visibilidad y atractivo al proyecto, pero lo importante está en los laterales y en la zaga. Situadas en los extremos de dos finos apéndices en las puertas se encuentran dos cámaras, a las que se suma una tercera en el portón para crear una imagen conjunta que se visualiza en una pantalla que ocupa la posición tradicional del retrovisor interior.
Al hacerlo ofrecen una visión de 180 grados sin cortes que abarca todo lo que se encuentra tras la primera fila de asientos, consiguiendo eliminar los puntos ciegos. Además, BMW ha aprovechado para añadir ayudas para el aparcamiento, mostrando “líneas de trayectoria superpuestas proporcionan apoyo durante el estacionamiento”.
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