Existe una ciudad donde se ha producido una curiosa imagen: coches aparcados con esponjas en el techo. Algo que ha desatado numerosas teorías que apuntan en diferentes direcciones: ¿qué significa?
The Villages es una ciudad de 76.000 habitantes, ubicada en Florida (Estados Unidos), que se creó en 1972 como un lugar exclusivo para jubilados: tener, como mínimo, 55 años es un requisito indispensable para vivir en ella. Allí, los carritos de golf y los coches comparten espacio, casi, a partes iguales.
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Rumores de todo tipo
Muchos de estos vehículos lucen una esponja o un fideo de piscina en el techo. Algo que ha desatado un curioso rumor: los conductores supuestamente colocaban las esponjas para informar al resto de que estaban dispuestos a llevar a cabo un intercambio de parejas.
Tora, una drag queen local, subió a su cuenta de TikTok un vídeo en el que mostraba a varios residentes de The Villages comprando esponjas y, después, a coches y carritos de golf con ellas en el techo y barajó esta posibilidad.
En Reddit, incluso, hay un hilo en el que detallan el significado de cada color. Aseguraban que imitaban el código que la comunidad LGTBI+ usó a partir de los años 70 cuando, por medio de pañuelos que colgaban en los bolsillos de sus pantalones, informaban de su estado sentimental y predisposición.
La razón por la que colocan esponjas en los coches
Lo cierto es que colocar una esponja en el coche tiene otro significado completamente diferente.
En el blog de The Villages, llamado Inside The Bubble, se han encargado de explicarlo: los jubilados colocan esta señal para recordar dónde aparcaron sus vehículos o sus carritos de golf. Algunos, en lugar de utilizar esponjas, se decantan por fideos de piscina que colocan en las antenas del coche o en las barras de la baca del vehículo.
Esta fórmula es especialmente práctica cuando la mayoría de los coches son del mismo color o muy parecidos, como ocurre con los carritos de golf, y el conductor o conductora no recuerda dónde ha aparcado.
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Desde que aprendió a hablar y escribir, una de sus pasiones siempre fue contar todo lo que pasaba a su alrededor. Hizo las maletas y cambió Zaragoza por Madrid para estudiar Periodismo en la Universidad Complutense. Antes de graduarse, el mundo del motor se cruzó en su camino… y nunca lo ha abandonado.