Todo lo bueno acaba, y por mucho que supieras que iba a llegar el final, no hace que sea menos triste. Y este se sabía desde hace mucho tiempo, porque antes de fabricar la primera unidad del P1 (hace ya dos años), McLaren confirmó que de su hiperdeportivo solo vería la luz una serie limitada de 375 unidades.
Y estas se vendieron en cuestión de semanas, pero, claro está, la línea de producción no puede seguir el ritmo de sus deseosos clientes. Así, a un ritmo constante, McLaren ha manufacturado una unidad tras otra hasta llegar a la última, la 375, que no podía ser más de la familia, con el inconfundible tono naranja de su carrocería, sus partes de fibra de carbono al descubierto y unas llantas acabadas en plateado.
No hay mucho que decir de su apartado mecánico, pues es idéntico al de sus 374 hermanos: un bloque 3.8 V8 biturbo asociado a un motor eléctrico que producen una potencia conjunta de 903 CV y un par máximo de 900 Nm.
Se cierra así una importante etapa, no solo para la marca, sino para todo el mundillo de los deportivos, puesto que el cese de producción del P1 significa el final de la fabricación de la Santísima Trinidad Hiperhíbrida, puesto que ya vieron la luz todas las unidades previstas de Ferrari LaFerrari y Porsche 918 Spyder.
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Apasionado del motor desde pequeño, primero de las motos y después de los coches, con especial predilección por los modelos nipones. Lleva una década dedicándose al sector, formado primero en Autobild y desde entonces en el Grupo Prisa, probando todo lo que haga ruido... o no.