Tracción a las cuatro ruedas: ¿sí o no? Esta es una de las grandes preguntas que hoy se hace cualquier persona que esté interesado en un SUV. Los conductores buscan un automóvil con aire de campero, con diseños atrevidos y aventureros, con una posición de conducción más elevada y amplitud interior y con gran capacidad para moverse en la ciudad.
Son este conjunto de elementos los que han llevado a los SUV a acumular en torno al 30% del mercado nacional (el 32,6% el pasado febrero según datos de Anfac, la patronal de los fabricantes) y el 25 % europeo.
Pero ¿merece la pena hacerse con una versión que tenga tracción a las cuatro ruedas, como antaño sucedía con los todoterrenos, o es preferible optar por una convencional tracción a un solo eje? Pues, como siempre, la respuesta necesita de un análisis previo.
En realidad, estos todocamino, SUV o crossover, son vehículos que proceden de turismos, a los que, a grandes rasgos, se les han revisado las suspensiones, la entrega de potencia, algunos elementos mecánicos y se ha ampliado su habitáculo interior.
Están pensados para la gran ciudad o para recorrer kilómetros de forma infatigable sobre asfalto, pero su carrocería más elevada les permite adentrarse en caminos rotos de vez en cuando, aunque no siempre están preparados para afrontar terrenos pedregosos o situaciones complejas ante el escaso perfil de sus neumáticos.
Es esto lo que demuestra que las propias compañías automovilísticas prevén que apenas pisarán la tierra, por lo que en sus ofertas es testimonial la presencia de versiones de tracción total, y cuando la hay suelen estar reservadas para los motores más potentes y con mayor par, que no siempre son los que mejor afrontarían una dificultad en el monte.
Cuando el terreno se pone difícil el mejor vehículo continúa siendo un todoterreno puro, que aunque pocos, aún quedan en los concesionarios.
MÁS CARGA TECNOLÓGICA
Es más, estos vehículos con tracción a un solo eje suelen contar con ayudas y sistemas electrónicos que otorgan esa garantía que uno necesita para superar zonas de nieve, arena o barro, y que tiempo atrás solo se superaban con tranquilidad si el coche contaba con motricidad a las cuatro ruedas. Es decir, hoy se ha suplido el empuje de cada eje por la tecnología.
La opción habitual es disponer de tracción al eje delantero y no al trasero. Así las ruedas directrices son las encargadas de tirar del coche y dirigirlo en el sentido que se muestra con el volante.
Si la fuerza se transmitiera al eje posterior, un tipo de tracción habitualmente reservada para los vehículos deportivos, el coche podría no responder como debiera según el manejo del volante, es más fácil perder adherencia y podría dar respuestas extrañas en determinadas situaciones. Si uno va a alejarse del pavimento, la tracción trasera debería barajarse como última opción.
A VECES SÍ SE NECESITA
La tracción total tiene su lógica en determinadas situaciones, más allá de la propia de los todoterrenos. Al enviar fuerza a cada una de sus ruedas va a ser más fácil controlar el coche, o evitar pérdidas de agarre, en determinadas situaciones como carreteras con nieve, hielo, mucha presencia de agua o que simplemente estén sucias por un exceso de tierra. En ocasiones, para completar el mejor manejo del vehículo, se recomienda combinar con ruedas de mixtas, o directamente de montaña.
Pero si no vives o frecuentas zonas donde encuentres carreteras con estas condiciones, y si no vas a mover remolques muy pesados, donde necesitas cuatro ruedas que tiren de una caravana por ejemplo, una opción de tracción total carece de lógica. Es más, uno puede encontrar varios datos que hagan replantearse esta opción.
Precio elevado. Para empezar, los vehículos son más caros, y no solo porque la tracción 4×4 está habitualmente unida a las versiones motoras más altas, y por ende, más costosas, sino porque estos modelos cuentan con un mayor número de elementos mecánicos. Además, el motor trabaja más y, en consecuencia, las emisiones son más altas. Esto supone, en ocasiones, cambiar de franja en el impuesto de matriculación: el precio de compra será aún mayor.
Consumo. Estos vehículos tienen un mayor consumo, porque la potencia se transmite a las cuatro ruedas y porque tienen un peso superior. Como ejemplo, podemos decir que el Citroën C4 Aircross, en su motor 1.6 HDi de 115 CV, tiene un consumo homologado de 4,6 l/100 km en ciclo combinado para la versión 4×2, mientras que en la opción 4×4 sube hasta los 5 l/100 km.
El Ford Kuga, en su motor 2.0 TDCi de 150 CV, gasta 4,7 l/100 km con tracción delantera, mientras que el de tracción total necesita medio litro más para el mismo recorrido, o que el Nissan Qashqai, en su motor dCi de 130 CV, requiere de 4,6 l/100 km con tracción a un eje, por los 4,9 l/100 km del modelo de tracción total.
Neumáticos. El desgaste de los neumáticos es superior, pues las ruedas que reciben la potencia del motor sufren más que las que solo se dedican a rodar – con una utilización normal del coche, una pareja de cubiertas traseras suele durar lo que dos juegos delanteros-, pero si las cuatro tiran del vehículo, el desgaste es uniforme y se deberán sustituir todas al mismo tiempo.
Maletero. Otro aspecto a tener en cuenta en un SUV 4×4 es el maletero, pues al necesitar autoblocantes y ejes de transmisión que recorren el vehículo longitudinalmente se elimina espacio tanto en el puente central del vehículo, restando espacio a las plazas traseras, como en el maletero, como sucede en el SEAT Ateca, que tiene 510 litros de maletero en la opción convencional y 485 en la variante con tracción total.
LA DECISIÓN NO ES TAN DIFÍCIL
Expuesto lo cual, es fácil entender por qué las versiones de tracción total de los SUV apenas tienen representación en el mercado y en qué situaciones compensa contar con la motricidad en todas las ruedas.
Pero si uno se atiene a lo dicho al principio (que son vehículos que normalmente van a circular en ciudad, que solo realizarán viajes por carretera y que pocas veces va a buscar una ruta fuera del asfalto), es preferible optar por un tracción delantera, salvo casos excepcionales como vivir en una zona con muchas lluvias, un estado lamentable de las carreteras o tirar con frecuencia de un remolque pesado.
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