Las expectativas generadas por Tesla con su Model 3 eran enormes. Tras el deportivo Model S y el todocamino Model X, la promesa de Elon Musk de crear un compacto eléctrico “asequible” para el gran público suscitó mucho interés y, en el día de su lanzamiento, se ha confirmado: más de 130.000 personas han hecho el depósito de 1.000 dólares necesario para reservarlo.
Y todo ello sin apenas revelar detalles del mismo, más allá de su presentación en vivo.
Lo cierto es que aunque en conjunto es fácil identificarlo como un Tesla, sobre todo por las superficies limpias, sin nervios y por el diseño de las llantas, tiene una gran cantidad de elementos que lo diferencian de sus hermanos mayores.
Así, la parrilla delantera desaparece por completo, el logo sube hasta el capó, los faros delanteros también se elevan y se extienden hacia los pasos de rueda. En su vista lateral se aprecia una silueta atlética y con un ligero aire a las Series GT de BMW. La zaga es más similar a la de la familia, con un pequeño alerón y un paragolpes muy sencillo.
Como es habitual en los coches de la marca, lo más llamativo del interior es la consola central, que no existe como tal y se ve sustituida por una enorme pantalla tipo tableta que centraliza todas las funciones.
El fabricante todavía no ha concrretado, pero ya ha dejado claro que habrá distintas versiones. De la que ha ofrecido ya datos ha sido de la básica. Tendrá un precio de partida de 35.000 dólares (unos 30.000 euros), las primeras unidades llegarán al mercado americano a finales de 2017 y, en cuanto a prestaciones, su autonomía por carga será de 215 millas (casi 350 kilómetros) y su aceleración 0-100 km/h es de menos de seis segundos.
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Apasionado del motor desde pequeño, primero de las motos y después de los coches, con especial predilección por los modelos nipones. Lleva una década dedicándose al sector, formado primero en Autobild y desde entonces en el Grupo Prisa, probando todo lo que haga ruido... o no.