Una de las preguntas más frecuentes relacionadas con los modelos de cero emisiones es saber cuánto cuesta cargar un coche eléctrico, puesto que se supone que en su bajo coste es donde este tipo de vehículos presentan una gran ventaja respecto a los modelos de combustión que utilizan gasolina o diésel.
La respuesta dista mucho de ser sencilla, pesto que influyen multitud de factores, desde la tarifa eléctrica contratada a la velocidad de recarga, pasando por el hecho de si se carga en cada o se hace fuera de ésta. De hecho, este último punto es clave y, al respecto, hay malas noticias para España: tiene los cargadores más caros de Europa.
Así lo pone de manifiesto el III Informe sobre Movilidad Eléctrica en España llevado a cabo por OBS, que ha analizado el estado del coche eléctrico a nivel global, europeo y español.
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A nivel mundial, los eléctricos solo suponen el 2% del parque automovilístico, cifra que se reduce al 1% en España, pero 2023 está siendo un año de crecimiento en ventas y se espera que al finalizar se hayan matriculado 14 millones de unidades nuevas, lo que supondría un aumento del 35%.
Cargadores para coches eléctricos en España
Su presencia en España, por el momento, es testimonial, pero es algo que no se sabe si se debe en parte o es consecuencia de la infraestructura de recarga existente.
Según el estudio, en 2022 se batieron récords de instalación de puntos de recarga públicos en España, pues se instalaron el 54% de los que hay en la actualidad. Sin embargo, su uso medio solo fue del 4,2% y 7.400 de ellos no pudieron ponerse en marcha por estar pendientes de conexión a la red. El objetivo para este año es alcanzar los 100.000 puntos en todo el territorio nacional.
Además, el informe señala que el coste de recarga pública es de los más caros de Europa, siendo un 130% más costosa que en el país vecino, Portugal, algo que estría motivado en parte por la falta interoperabilidad, algo que no ocurre en otros mercados europeos, en los que es un requisito obligatorio por normativa.
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Apasionado del motor desde pequeño, primero de las motos y después de los coches, con especial predilección por los modelos nipones. Lleva una década dedicándose al sector, formado primero en Autobild y desde entonces en el Grupo Prisa, probando todo lo que haga ruido... o no.