El corcho desde los orígenes de Mazda a su presente eléctrico

La marca japonesa comenzó su andadura manufacturando el polivalente material hace 100 años, hoy lo emplea como homenaje en el interior del Mazda MX-30, un SUV eléctrico con intención sostenible en 360º

Corcho Mazda

El corcho, presente en los orígenes de Mazda, también forma parte del MX-30.

En ocasiones, volver a los orígenes sirve para encontrar las respuestas a lo que está por venir. Mazda, inmersa en un proceso de electrificación, ha encontrado en sus inicios industriales un elemento clave que ejemplifica su compromiso con la sostenibilidad: el corcho.

La firma japonesa no es la única en la industria que comenzó su andadura dedicándose a otros menesteres. Y, por casualidades del destino, su primera actividad estuvo relacionada con un material que ahora puede marcar la diferencia en el mundo de la automoción.

Fundada como Toyo Cork Kogyo en 1920, se encargaba de producir corcho procedente de los abundantes alcornoques que poblaban la región de Hiroshima en aquella época. Aunque hace mucho que se desligó de esta actividad primigenia, forma parte fundamental de su historia y ahora la ha recuperado para dar forma a interior del Mazda MX-30.

El corcho cuenta con una serie de características naturales que son auténticas virtudes para el mundo del motor en general y el de los coches eléctricos en particular.

Muchas virtudes

En vehículos en los que cada kilo cuenta para ofrecer un mayor rango de alcance y un menor coste energético de uso, el corcho, compuesto en un 60% por gas, es un material extremadamente ligero que apenas pesa 0,16 gramos por centímetro cuadrado, lo que permite mejorar la eficiencia del vehículo.

Además, es virtualmente impermeable tanto a gases como a líquidos, gracias a su estructura celular en forma de panal de abeja y a la suberina, que forma el 45% del material, y presenta una alta resistencia a la fricción. De esta manera, es óptimo para dar forma a superficies expuestas a mucho contacto en el interior del habitáculo, así como para actuar como aislante acústico y térmico.

El corcho, presente en los orígenes de Mazda, también forma parte del MX-30.

Jo Stenuit, director de Diseño de Mazda Motor Europe, lo explica: “Hemos aplicado el corcho en el coche donde habitualmente se utiliza caucho: en la consola central y en los tiradores interiores de las puertas. Esto aporta al vehículo la calidez visual y táctil características de la naturaleza”.

Inédito en la automoción

A pesar de todo ello, el corcho es un material que se ha empleado poco o nada en el mundo del motor. De hecho, el Mazda MX-30 es el primer coche de producción en masa disponible en Europa que lo utiliza, por lo que la compañía ha tenido que investigar la mejor manera de hacerlo.

Para conseguir que la innovación estuviera a la altura de las expectativas y resistiera la agresión de agentes externos, como los rayos ultravioletas que entran en el habitáculo, Mazda colabora con Amorim Cork Composites, filial  de uno de los mayores productores de corcho del mundo.

Utilizan materiales de primera calidad (del que se emplea en los tapones de las botellas, que es el más antiguo) que además es tratado a través de distintos procesos, como el uso de un revestimiento y una base especials para resistir los rayos UV, logrando un resultado final que se ajusta a las exigencias estéticas y de calidad del fabricante de automóviles japonés.

Sandra Höner zu Bentrup, diseñadora Senior de Color y Material en Mazda Research Europe, señala que “el corcho todavía tiene mucho potencial para la industria automotriz. Solo estamos rascando la superficie de lo que podríamos hacer con este material”.

Huella de carbono negativa

Además de por todo lo anterior, el corcho también cuenta a su favor con un concepto de sostenibilidad que encaja a la perfección con el enfoque de 360 grados que Mazda busca para sus eléctricos, que usan baterías ligeras con menor impacto ecológico en su fabricación y uso

Para empezar, se trata de un material producido por los alcornoques de manera natural, que se puede retirar sin perjudicar a los árboles en absoluto y es que, tras extraerlo, el propio árbol se encarga de volver a regenerar su corteza protectora por completo.

Además, cada vez que se recolecta, se produce un corcho de mayor calidad: la primera vez no se lleva a cabo hasta que el árbol tiene 25 años y, desde ahí, se vuelve a hacer cada nueve años.

En el caso concreto de Mazda y Amorim Cork Composites, el corcho empleado procede de los sobrantes de la producción de tapones de botellas, por lo que no se desperdicia material. Además, el 60% de la energía empleada en el proceso de fabricación procede de la biomasa derivada del polvo de corcho, un producto secundario generado durante la producción.

Por último, los bosques de alcornoques actúan como gigantescas plantas depuradoras de CO2. Se calcula que una hectárea retiene al año 14,7 toneladas de emisiones nocivas, lo que hace del corcho uno de los pocos materiales cuya producción tiene una huella de carbono negativa.

Con todo ello, el corcho completa la aproximación hacia la sostenibilidad en varias vías que tiene el Mazda MX-30, que también emplea materiales reciclados en sus componentes como los plásticos PET y monta unas baterías de 35,5 kWh más ligeras apropiadas para el uso medio que se hace del automóvil.

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