La tecnología está lista —con precios todavía excesivos— pero los clientes y las infraestructuras no. La electrificación del automóvil afronta su hoja de ruta a paso lento. Y las ventas siguen siendo testimoniales. La alianza Renault-Nissan, pionera en la movilidad eléctrica, lleva vendidas 47.500 unidades, 35.500 del Nissan Leaf y casi 12.000 más de los Renault Twizy, Fluence ZE y Kangoo ZE.
Las demás marcas con modelos eléctricos tampoco entusiasman. Chevrolet había entregado 15.000 Volt hasta mayo, un año y medio después de su salida al mercado. Y Opel había vendido en esas fechas 2.300 Amperas, el gemelo europeo del Volt, aunque tiene 5.000 reservas más. En realidad, el eléctrico de más éxito es el Renault Twizy, un cuadriciclo biplaza fabricado en Valladolid: en siete meses lleva 7.000 unidades vendidas, 750 solo en España.
El primer obstáculo al que se enfrentan los coches eléctricos es práctico: no pueden cumplir como coche único familiar, porque sus autonomías no permiten viajar. Y este detalle los descalifica a los ojos de muchos clientes. La realidad es que no están pensados para sustituir a los automóviles de combustión, sino más bien como complemento. Y sus virtudes como modelos urbanos, con autonomías reales de 100 a 150 kilómetros, los convierte en idóneos para empresas de reparto urbano o incluso como segundo coche familiar. Según estudios recientes, los conductores de las grandes urbes europeas apenas recorren 60 kilómetros al día.
Solo con conquistar estos nichos de mercado, el coche eléctrico podrá empezar a resolver su principal pega, el precio. Y es que a medida que aumenten los volúmenes de producción, se reducirán los costes. Según los expertos, en dos o tres años los precios de los motores eléctricos y las baterías bajarán entre un 30% y un 50%.
Pero de momento, con las ayudas a la compra y las baterías en alquiler, hay modelos, sobre todo de Renault, que pueden competir en rentabilidad con los turbodiésel de su tamaño, eso sí, renunciando a viajar con ellos. El nuevo Zoe de la marca francesa, que saldrá a final de año, es el mejor ejemplo. Se trata del primer eléctrico de segunda generación y anuncia 210 kilómetros de autonomía. Y costará 14.700 euros (con ayuda a la compra) y 79 al mes de alquiler de las baterías.
Por último, la red de recarga de las ciudades es insuficiente y limita el mercado de estos modelos a empresas con infraestructuras de carga y familias que vivan en chalets o vecinos que tengan postes en garajes comunitarios.
Sigue toda la información de EL MOTOR desde Facebook, Twitter o Instagram