A pesar de las incertidumbres generales que provoca la crisis mundial de la covid-19 y sus consecuencias, el coche eléctrico debería mantenerse como un pilar fundamental en el ineludible proceso de descarbonización de la automoción. Soluciones intermedias como los diferentes formatos de hibridación son el puente hacia el automóvil de cero emisiones, al que le resta un largo camino por delante para una implementación significativa en el parque móvil de la mayoría de los países.
En España la penetración de eléctricos puros sigue resultando testimonial, un 0,9% de las matriculaciones el pasado año. Durante 2020 su presencia en el mercado debería haberse incrementado de forma significativa, ya que sus ventas resultan fundamentales para que los fabricantes alcancen los objetivos de emisiones marcados desde la Unión Europea.
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Ahora se abren numerosas incógnitas surgidas en el nuevo entorno tras la pandemia del coronavirus, pero en el medio y largo plazo la electrificación del automóvil deberá continuar su hoja de ruta.
Para conocer la realidad de este fenómeno, se ha realizado la segunda ‘Encuesta nacional de conductores de coche eléctrico’, apoyada por la aseguradora Reale Seguros y que ofrece una visión bastante fiable de la situación de la movilidad eléctrica en España. Las opiniones y hábitos de los usuarios de automóviles de cero emisiones se han perfilado con una exhaustiva encuesta a 1.432 personas que utilizan estos vehículos, que respondieron de forma telemática a 64 preguntas con sus variables correspondientes.
Para empezar, casi la mitad (47%) de los encuestados se mostró satisfecho con el procedimiento de compra de su coche eléctrico, ya que su entrega se produjo en menos de un mes. Además, tampoco existen quejas sobre la fiabilidad mecánica, con un 90% declarando que nunca había tenido que cancelar un viaje a causa de un fallo técnico.
Los datos de la encuesta también revelan que se trata de usuarios muy concienciados con las exigencias de utilización de sus vehículos, asegurando el 88% que jamás ha olvidado comprobar el estado de la batería antes de iniciar un desplazamiento.
¿Cuál es, en cambio, la principal inquietud de los automovilistas españoles que ya han optado por la movilidad sin emisiones? Pues no tiene que ver con su coche, sino con la red de recarga que debería garantizar desplazamientos sin condicionantes. Los usuarios con mayor experiencia al respecto, con cinco años al menos, son los más resignados, mientras que los que llevan solo uno o dos años conduciendo un eléctrico se muestran más críticos con esta realidad.
El 43% de los participantes en el estudio cargan a diario las baterías en sus domicilios, y casi el mismo porcentaje se reparte entre los que lo hace una o dos veces y entre tres y cinco veces, lo que demuestra que para trayectos urbanos la autonomía de la mayoría de los modelos suele ser suficiente. El caso contrario se refiere a los puntos de recarga en entornos profesionales, ya que el 35% no los utiliza nunca y el 26% ni siquiera dispone de uno de ellos en su lugar de trabajo.
Lo mismo sucede con los puntos de recarga públicos o los ubicados en centros comerciales, supermercados, aparcamientos o concesionarios. En cualquiera de estos casos, está siempre por encima del 30% el porcentaje de encuestados que asegura utilizarlos muy de vez en cuando, parece ser que por una razón de peso: la nota media de estos servicios fue de sólo 2,6 sobre 5, lo que evidencia que estos servicios públicos dejan todavía mucho que desear.
El 41% de los que han utilizado puntos de recarga han sufrido al menos una vez un fallo técnico durante el servicio, siendo los más frecuentes el salto del diferencial, un sobrecalentamiento de la toma o el cable e incluso directamente la ausencia de suministro eléctrico en el cargador.
La situación se revela incluso más preocupante cuando se valoran los puntos de recarga situados en la vía pública. En este caso, el 66% de los usuarios se han encontrado el punto directamente sin funcionar, el 52% no ha podido realizar la operación al estar la plaza ocupada por otro vehículo eléctrico sin cargar, otro 29% carecía de comunicación para iniciar el proceso y un 28% ni siquiera tenía corriente eléctrica.
Es decir, parece claro que para el usuario de un eléctrico la autonomía de un vehículo dejaría de ser trascendental si la cantidad y calidad de puntos de recarga fuera la adecuada.
En este sentido, Gustavo Franco adelanta los desafíos a los que se enfrenta el sector como director de All Media Consulting, la consultoría encargada de realizar esta encuesta: “En el corto plazo las empresas energéticas tendrán una mayor presión por parte de la comunidad de conductores de eléctricos para invertir en mejorar su reputación. Será por la vía del marketing, pero también mediante la adaptación de su oferta a la realidad del mercado, sin mencionar la urgencia de un correcto mantenimiento de la red de puntos de carga”.
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