Los automóviles se pueden clasificar en función de multitud de factores, entre los que se encuentra el tipo de tracción que utilicen. Básicamente, hay tres: delantera, trasera y total. Respecto a los coches con tracción trasera, no es la configuración más habitual, pero cuenta con bastantes puntos fuertes y alguna que otra debilidad.
Lo normal en la mayoría de automóviles es que tanto el motor como la tracción vayan en la parte delantera, pues es la alternativa más económica y ligera, ya que precisa de menos componentes. Sin embargo, no es la más precisa a la hora de llevar a cabo la conducción, lo que hace que, sobre todo para coches deportivos (como el Toyota GR86) y modelos prémium (BMW, por ejemplo) se emplee una configuración trasera o propulsión trasera.
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En esta, el motor suele ir colocado por delante del eje delantero (aunque también hay vehículos que ubican el propulsor en posición central o trasera). Y, desde ahí, se asocia a un árbol de transmisión que llega hasta atrás y transmite la potencia el diferencial del eje trasero.
Ventajas de un coche con tracción trasera
Por lo mencionado, un vehículo de propulsión trasera cuenta con una ventaja evidente respecto a un delantera. Al alojar el motor delante y las tracción detrás, dos de los elementos más pesados del vehículo, el reparto de pesos es mucho más equilibrado. Muchos de los automóviles que utilizan esta configuración se acercan al reparto 50/50 entre ambos ejes, lo que trae consigo ventajas en la dinámica de conducción.
Para empezar, las inercias están mejor repartidas, así que la respuesta en curva del coche es más equilibrada. Además, al no estar cargado todo el peso al frente, el coche reduce mucho su tendencia al cabeceo, es decir, a hundir el frontal cuando se frena.
A la vez, se consigue una mejora de tracción al acelerar, pues la transferencia de pesos hace que sea la zaga la que se pegue al asfalto y, al ser dichas ruedas las que transmiten la fuerza del motor, las salidas pueden ser más rápidas.
Además, un coche con tracción trasera, a priori, transmite unas sensaciones de conducción deportiva mayores. Dado que el automóvil empuja desde atrás, en curvas es posible jugar con el acelerador para controlar la entrega de potencia, hacer derrapes controlados y colocar el coche al acelerar.
También son más seguros en las frenadas en curva, porque un tracción delantera hace que las ruedas anteriores soporten dos tareas, giro y tracción. Esto hace más fácil perder el control ante un subviraje (el coche frena de menos y se va recto hacia el exterior del giro).
Desventajas de un coche con tracción trasera
La primera es clara: al tener más elementos mecánicos que un tracción delantera, el coche suele ser más pesado, además de ser más cotoso de fabricar, por lo que también es más caro. Por el mismo motivo, también son más caros de mantener.
También derivada de su configuración mecánica es el hecho de perder algo de habitabilidad en las plazas traseras, pues el túnel de transmisión ocupa espacio, mermando el hueco para las piernas del asiento trasero.
Por último, la conducción deportiva que permiten puede ser un arma de doble filo. Para manos más inexpertas (aunque con las ayudas electrónicas ya no sea tan acusado), controlar un tracción trasera en curva puede ser más complicado. Acelerar demasiado con ellos puede hacer que el coche sobrevire (gire de más) y que se acabe realizando un trompo.
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