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A estas alturas los conductores deberían ser conscientes de los riesgos y peligros que supone subirse al coche habiendo bebido o consumido drogas, pero nada más lejos de la realidad. Los test de alcohol y estupefacientes que ha realizado la Dirección General de Tráfico (DGT) en su última tanda (entre los días 4 y 10 de junio) ha demostrado una situación preocupante.
Empezando por el alcohol, en la mencionada semana se realizaron 174.689 pruebas, de las que 1.774 conductores dieron positivo. La situación en la que fueron detectados varía: 90 de ellos estuvieron implicados en un accidente, 130 había cometido una infracción, siete presentaban síntomas evidentes y a los 1.547 restantes se sometieron a la prueba en controles preventivos.
El número total de positivos, aun siendo especialmente alto, no fue probablemente la cifra más llamativa: 239 automovilistas tuvieron que ser trasladados a la autoridad judicial por haber superado los 0,60 mg de alcohol por litro de aire espirado, cuando el límite legal se sitúa en 0,25 mg (0,15 mg para conductores profesionales).
El récord negativo de la semana lo registró un conductor en Murcia, detenido en el Área de Servicio de Santomera, en el kilómetro 554 de la A-7 (Barcelona-Algeciras), porque llevaba un vehículo articulado de 18 toneladas quintuplicando la tasa máxima de alcohol permitida. El alcoholímetro registró una tasa de 0,72 mg/l.
Tanto o más preocupante es la cuestión de las drogas. De las 4.469 pruebas realizadas, 1.461 fueron positivas, es decir, un 33%. Entre las más habituales destaca especialmente el cannabis (1.047 casos), seguido de lejos por la cocaína (498 casos) y las anfetaminas (178).
A este respecto, el caso más llamativo es el de una conductora de ambulancias que, habiendo recogido ya a enfermos para su traslado al Hospital Universitario de Burgos, dio positivo en anfetaminas y tetrahidrocannabinol (THC), el principal constituyente de la marihuana.
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