En la madrugada del sábado 25 al domingo 26 se producirá el cambio de hora en el que pasamos del horario de verano al de invierno. A las tres de la mañana serán las dos, algo que, aunque no lo parezca, tiene efectos negativos en la conducción y, especialmente, sobre un tipo determinado de vehículos.
Con el horario de invierno, hay más horas de oscuridad en las que los conductores están activos, algo que puede aumentar la siniestralidad, ya que es entre las 20:00 y las 8:00 cuando se produce una gran parte de los accidentes, a pesar de que la mayoría de la gente está durmiendo.
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La baja visibilidad propia del ocaso, la noche y el amanecer hace que sea más peligroso conducir, puesto que se ve peor, así que el sistema de iluminación juega un papel todavía más importante del habitual. Es precisamente por eso que hay una fecha que divide a los automóviles que están más o menos expuestos: 2011.
Fue entonces cuando la normativa hizo que fuera obligatorio que todos los coches fabricados tuvieran Luces de Conducción Diurna (DRL), pero antes no era necesario.

Es por eso que los vehículos matriculados a partir de entonces cuentan con una ventaja: solo con dar el contacto y arrancar, ya cuentan con un sistema de iluminación automático que permite ubicarles incluso en la más absoluta oscuridad. Los que son anteriores a esa fecha no lo tienen, así que, si se olvidan de encender las luces, van completamente a oscuras, con el peligro que ello conlleva.
Como consecuencia, la Dirección General de Tráfico recomienda circular con la luz de cruce encendida, algo que no es obligatorio, pero que ayuda a ver y a ser visto.
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