Miedo a conducir: cómo detectar y superar la amaxofobia

El miedo a conducir tiene nombre y se llama amaxofobia. Existen test gratuitos para saber si se sufre y diversos tratamientos para superarla.

amaxofobia
El miedo a ponerse al volante puede ser tan intenso que bloquee al conductor.

Quién no ha sentido alguna vez un cosquilleo por los nervios. O sentir el corazón acelerado ante una situación que asusta. Son casos comunes, pero no poder controlarlo es otra cosa. La fobia es el miedo o ansiedad a alguna situación u objeto en concreto, y existe una variedad enorme. El temor a los animales, a la sangre o a los fenómenos naturales, y también a conducir.

Este último se llama amaxofobia. Proviene del griego antiguo, de amaxo- (‘carro’) y -fobia (‘miedo’). Se trata de un temor irracional y difícil de superar, aunque no imposible. Y es más común de lo que se cree: más del 28% de los conductores lo padece.

Amaxofobia: motivos y síntomas

Las sensaciones que comienzan a invadir al conductor cuando se padece amaxofobia son falta de aire, sudoración, tensión muscular e incluso taquicardias. Algunas de las situaciones que pueden generar inseguridad y temor son:

  • Atropellar a alguien.
  • Sufrir un accidente.
  • Padecer ataques de pánico mientras se conduce.
  • Conducir por vías rápidas.
  • Quedarse encerrado en el coche.

Todos estos miedos se pueden producir por varios motivos. Uno de ellos es vivir con estrés, pero también haber sufrido algún accidente de tráfico que haya causado un trauma. La inexperiencia al volante también es una causa habitual.

Para enfrentarse al problema, existen pruebas que ayudan a saber si se padece amaxofobia o si se sufre un grado menor de miedo a conducir. Algunas autoescuelas o consultas psicológicas ofrecen cuestionarios gratuitos:

Tes de amaxofobia.

Fobia a conducir: tratamiento

Aunque dejar de conducir es una opción, otra alternativa es superar el miedo o, al menos, minimizar los temores. Para eso, existen diversas terapias:

  • Rutas cortas. En un avance progresivo, primero optar por la conducción en trayectos fáciles y de poco tiempo.
  • Escuelas de conducción. Muchos clubes de automovilistas ofrecen cursos para practicar y mejorar habilidades, en el asfalto o mediante la realidad virtual. La Fundación CEA, por ejemplo, ofrece terapias gratuitas que incluyen charlas grupales y apoyo personalizado.
  • Terapias psicológicas. En casos más difíciles, la solución es ponerse en manos de un profesional de la salud mental.

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