No todos los comportamientos en carretera que son sancionables tienen que ser necesariamente peligrosos, otros simplemente son molestos o pueden entorpecer la circulación. Uno de los más comunes, que muchos conductores llevan a cabo y que el resto debe de sufrir en su día a día, es el conocido como “síndrome del carril izquierdo”.
A pesar de su nombre, no solo ocurre por el izquierdo, también hace referencia a cuando, en una carretera de múltiples carriles, un conductor circula por el central.
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El reglamento de circulación es muy claro al respecto: cuando haya más de un carril por sentido de marcha, hay que circular por el carril derecho. Los otros (ya sea el central o el izquierdo) solo deben utilizarse en tres supuestos: cuando se vaya a adelantar, cuando se quiera facilitar la incorporación a la vía o cuando se vaya a tomar un desvío hacia la izquierda.
Sin embargo, esa es la teoría. En la práctica, cualquiera que conduzca ve que la realidad es muy diferente.
Esto produce situaciones en las que el tráfico se ve afectado, especialmente cuando quien ocupa uno de esos carriles lo hace una velocidad inferior a la que debería, lo que suele derivar en la creación de atascos y embotellamientos.
200 euros de multa
Se trata de un comportamiento muy habitual pese al hecho de que es algo que se sanciona. La multa es de 200 euros, por lo que no es una sanción precisamente barata.
De hecho, incluso la Dirección General de Tráfico (DGT), de cuando en cuando, utiliza sus redes sociales para intentar recordar a los conductores cuál es la manera adecuada de usar los carriles.
Entonces, si hay riesgo de multa, ¿por qué los conductores continúan llevando a cabo dicho comportamiento?
Las respuestas a la propia publicación sacan a la luz algunos de los argumentos más habituales. Hay quienes se apartan del carril derecho porque en él hay tanto vehículos incorporándose como otros saliendo de la vía, así que lo hacen para despejarlo y facilitar las maniobras. Otros argumentan que en determinadas carreteras el carril derecho, acostumbrado a llevar mucho más tráfico, especialmente pesado, está en peores condiciones.
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Apasionado del motor desde pequeño, primero de las motos y después de los coches, con especial predilección por los modelos nipones. Lleva una década dedicándose al sector, formado primero en Autobild y desde entonces en el Grupo Prisa, probando todo lo que haga ruido... o no.