Uno de los mayores enemigos de un coche es esa capa cuyo color va del rojo al amarillo anaranjado, que aparece en la superficie de determinados metales. Sí, se trata del óxido: un problema que se puede combatir con prevención, pero ¿se puede eliminar?
Hoy en día, las marcas son las primeras que realizan ese ejercicio de prevención apostando por materiales resistentes al óxido como, por ejemplo, aleaciones de aluminio o plástico. La pintura es otra barrera, pero no es un muro infranqueable.
A pesar de estas mejoras, el óxido sigue apareciendo: ¿por qué? Porque los fabricantes siguen empleando acero para construir sus vehículos: es barato, es resistente y es maleabilidad. Estas tres características son la cara de la moneda: la cruz es su tendencia a oxidarse.
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La oxidación es una reacción química en la que un compuesto cede electrones aumentando su estado de oxidación. En el caso de los metales se produce cuando entran en contacto con el oxígeno: pasan de un estado neutral a contar con una carga positiva de iones. Si no se frena a tiempo puede convertirse en corrosión: se debilitan progresivamente hasta consumirse.
¿Por qué se oxidan los coches? Son varios factores los que influyen en su aparición, pero el más frecuente es el exceso de humedad causado por la proximidad al mar o la constante presencia de lluvia y nieve. Eso sí, no es el único: la edad del vehículo, el lugar donde lo aparca su propietario, la sal o los golpes también influyen.
Partes del coche más propensas al óxido
La carrocería es la zona más proclive a la aparición del óxido porque está más expuesta a los roces y golpes: con ellos, desaparece la pintura que es la primera barrera de protección y el metal queda expuesto.
Hay partes del chasis con elevada probabilidad de sufrir una oxidación y lo mismo sucede con el sistema de escape, las suspensiones, las uniones del vehículo, los bajos o zonas de difícil acceso como la parte interior de los guardabarros.
El óxido puede aparecer, también, en el hueco de la batería, en las juntas o en las mangueras. ¿La razón? La presencia de ácidos y líquidos. Estos motivos también pueden dar pie a este proceso en partes como el parabrisas o el maletero.
Otra parte fundamental del vehículo proclive a la oxidación es el motor. El problema aquí es que es complicado realizar un diagnóstico porque, en ocasiones, es necesario desmontar algunas partes para poder realizar un examen en profundidad.
¿Cómo evitar el óxido en el coche?
Al trabajo de prevención de las marcas, el propietario puede unir el suyo propio. ¿Cómo? Evitando, en la medida de lo posible, aparcar el vehículo en la calle y llevando a cabo una limpieza constante. Y si el óxido se ha convertido en un problema, aún hay espacio para la esperanza.
Si es un simple roce, se puede sellar: una acción que se debe llevar a cabo cuanto antes. Existen, al mismo tiempo, productos que se pueden aplicar cuando tiene lugar la floración de óxido: su aparición en la superficie.
¿Cómo se quita el óxido cuando el problema es más grave? Hay tres fórmulas válidas que, eso sí, es aconsejable que aplique un profesional: aplicar masilla para proteger la zona oxidada, cambiar la pieza cuando la oxidación está avanzada y soldar el área si es muy grande o si no se puede cambiar el componente dañado.
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