Para reaccionar mejor y más rápido ante cualquier imprevisto al volante, es necesario adoptar una postura correcta. En ella influye el ajuste de los retrovisores: son ellos los que cuentan qué pasa allí, donde no llegan los ojos del conductor. ¿Qué se debe ver para saber si están bien colocados?
Son dos los retrovisores obligatorios en un coche: el izquierdo y el central. Si este tiene la visión obstaculizada, el derecho será imperativo. No obstante, la Dirección General de Tráfico (DGT) aconseja disponer de los tres para cubrir el mayor espacio posible.
Cuanto más espacio abarquen los retrovisores, menor serán los ángulos muertos. Reducir estas zonas, donde el conductor no ve lo que está pasando porque su visión periférica lateral no puede completar la imagen que proporcionan estos espejos, es vital para minimizar el riesgo de sufrir un accidente.
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Para colocar los retrovisores correctamente hay que tener en cuenta un par de consideraciones previas. La primera es que el ajuste se debe llevar a cabo con el coche parado en un terreno llano.
La segunda es que la postura del conductor debe ser la adecuada: su espalda tiene que estar completamente apoyada en el respaldo del asiento y, cuando pise el embrague, la pierna izquierda debe estar ligeramente estirada sin que tenga que inclinarse hacia delante.
¿Qué hay que ver por el retrovisor interior?
El retrovisor interior tiene que recoger toda la luna trasera para ofrecer al conductor el mayor campo de visión. Para ello, la persona que va al volante no tiene que mover la cabeza: sólo desviar ligeramente la mirada. Es necesario recordar que no se debe obstaculizar esta visión con objetos que vayan en la bandeja trasera.
¿Qué hay que ver por los retrovisores exteriores?
Los retrovisores exteriores, tanto el derecho como el izquierdo, se regulan en función del interior: hay que orientarlos hacia la carrocería e ir abriéndolos hasta obtener la visión adecuada.
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¿Cuál es esta? Justo cuando desaparece la carrocería o cuando se vea mínimamente su límite, siempre sin necesidad de girar la cabeza. En esta posición, cuando otro vehículo le adelante, el conductor empezará observándolo por el retrovisor interior y después aparecerá en el exterior.
Esta transición tiene que llevarse a cabo sin retrasos ni saltos: no hay que perder de vista al otro vehículo. Es el truco para saber que los retrovisores exteriores están bien colocados. Y es que para ajustar el derecho hay que seguir los mismos pasos que para el izquierdo.
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