Vitoria-Gasteiz, la capital del País Vasco, es conocida por su calidad de vida, sus espacios verdes y últimamente también por su galimatías circulatorio. De un tiempo a esta parte, para aquellos que la visitan en coche, la experiencia de conducción se transforma rápidamente en una yincana frustrante. La razón no es otra que la asombrosa cantidad de señales de tráfico que adornan sus calles.
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Tal y como denuncia Pedro Dávila, presidente de la Asociación Provincial de Autoescuelas de Álava, en un revelador vídeo de Instagram, la situación se ha vuelto crítica. “Es un auténtico problema para la gente que viene de fuera”, comenta con un tono que denota preocupación. Y no es para menos. La acumulación de indicaciones, muchas de ellas propias del consistorio, genera confusión e inseguridad en los conductores no habituados a esta urbe.

Tensión al volante
Circular por Vitoria actualmente se convierte en un ejercicio de paciencia y agudeza visual. Entre señales de STOP, cedas el paso, direcciones prohibidas y señalización local específica, los conductores foráneos se sienten, en ocasiones, como si estuvieran descifrando un código secreto. Lo que debería ser un desplazamiento sencillo se transforma en una tensión constante por no cometer una infracción o, simplemente, por no perderse.
Esta particularidad vitoriana, aunque bienintencionada en su origen para regular el tráfico local, ha terminado por convertirse en un obstáculo inesperado para quienes llegan de fuera. Esto debe de llevar a la armonización de la señalización en todas las ciudades españolas para que la circulación sea accesible para todos los conductores, y que sentarse tras el volante no se convierta en una prueba de supervivencia.
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