España, un paraíso de punta a punta

Esta vez tocaba España. De norte a sur. Era la propuesta que BMW Motorrad España nos hizo a un grupo de periodistas para asistir a uno de sus eventos más importantes del año, que congrega a cientos de motoristas para recorrer el país de un extremo a otro. PuntApunta ponía en 2017 rumbo sur, partiendo desde Santander hasta llegar a Estepona, con paradas intermedias en Segovia y Ciudad Real.

Un viaje en moto que no está destinado exclusivamente a modelos de la marca alemana, aunque han sido mayoría entre los 750 inscritos. Una cifra récord y que la organización tuvo que ampliar ante la avalancha de solicitudes. Las plazas se agotaron pocas horas después de ofrecerse, tres años de PuntApunta han servido para que los organizadores se hayan ganado la confianza y el beneplácito de participantes españoles y también cada vez más extranjeros.

Lo cierto es que los especialistas de la empresa Hummer Raid hacen un trabajo excepcional y los motoristas pueden disfrutar de tres días rodando horas y horas por parajes excepcionales, en gran parte inéditos para la mayoría, por carreteras secundarias de este maravilloso país. Porque ésa es una de las conclusiones más claras que me ha dejado asistir a este encuentro de viajeros, que España es un auténtico paraíso que merece la pena seguir deshojando día a día. Cuando supe del trayecto general de esta edición pensé que buena parte del periplo sería ya conocido para mí; me equivocaba, cada una de las jornadas se convirtió en la oportunidad de completar cientos de kilómetros por rutas nuevas y extraordinarias.

El promedio de distancia diaria ronda los 500 kilómetros, que se cubren siguiendo las indicaciones de un libro de ruta (detalladísimo y realizado con esmero) y que suelen exigir entre ocho y diez horas de conducción. Sí, en efecto, los promedios de velocidad son bajos y dan una idea bastante fiel del tipo de carreteras que se recorren: estrechas, reviradas, en ocasiones no con el mejor asfalto (aunque en otras con un firme impecable) pero sobre todo a través de paisajes tan abrumadores que invitan a olvidarse del acelerador para centrarse en las sensaciones.

Del verdor de Cantabria a la espectacularidad de la serranía de Córdoba; de la majestuosidad de la Montaña Palentina a los puertos abulenses; de la lluvia y el frío del norte a un calor casi veraniego en Andalucía. Eso es PuntApunta, un festival de colores, escenarios dispares, olores, naturaleza y, por supuesto, gentes que contemplan sorprendidas el paso de centenares de motos por pequeñas poblaciones en las que apenas circulan un puñado de vehículos, incluyendo los tractores… Cada poco, a la salida de una curva o al coronar un cambio de rasante, la grandiosidad del paisaje se convierte en un deleite para los sentidos que, al manillar de una moto, provoca algo similar a lo que se puede entender como felicidad. No hace falta mucho más para saborear instantes de esos que dejan huella en la memoria, sobre todo cuando durante tres días se repiten con una frecuencia que llega a abrumar al viajero. ¡Qué sensacional país tenemos!

Mi experiencia sobre una BMW R 1200 RT fue también más que gratificante. Una moto rutera como pocas, comodísima, equipada con todo tipo de detalles de confort y seguridad, manejable, noble de reacciones y capaz de hacer que los kilómetros pasen en un suspiro cuando en realidad llevas muchas horas sobre su sillín. Disponiendo de navegador GPS, lo único que eché de menos fue la posibilidad de manejar el libro de ruta con uno de los dispositivos diseñados a tal fin, lo que hubiera supuesto la guinda para ese sabroso pastel del PuntApunta. En contrapartida, me permitió cubrir el recorrido a rueda de varios grupos que tenían más claro que yo por dónde tirar en cada cruce de caminos, hasta que finalmente decidí completar la experiencia acompañando a Enrique, un nuevo amigo desde ahora y que reveló una pericia envidiable en la interpretación y el manejo del road book.

Y es que ésta es otra de las señas de identidad de PuntApunta, compartir la experiencia con cientos de motoristas que refrendan lo buena gente que suele formar este colectivo. Excelente ambiente, respeto entre todos, ausencia de incidentes y accidentes, colaboración, camaradería… Más de 72 horas de intensa convivencia apuntalada por la pasión común por las motos, un nexo más fuerte de lo que la mayoría puede llegar a imaginar.

El balance, por tanto, no puede ser más positivo. Aun siendo un evento organizado, los participantes disfrutan de esa independencia que tanto gusta a los viajeros, pudiendo rodar a su aire durante horas y teniendo como únicas exigencias la hora de salida, algunos controles de paso y la llegada al destino. Una pequeña aventura al alcance de cualquiera con un mínimo de pericia al manillar y que me atrevería a apostar no dejará a nadie indiferente. En un año PuntApunta volverá a la carga, yo me plantearía no perdérmelo. Seguro que no te arrepentirás.