Cualquiera que tenga una moto conoce el temor de volver a por ella y que no esté en el sitio donde se había dejado. Un coche tiene también posibilidades de ser robado, pero las motocicletas están más desprotegidas: si no se encuentran atadas a un punto fijo, basta con una furgoneta y dos o tres personas para llevársela en volandas. Entre todos los motoristas, quizá los que tengan una de las cinco motos más robadas en España son los que más deberían preocuparse.
En orden creciente, el quinto puesto lo ocupa la BMW GS. Resulta lógico ya solo por volumen de ventas, puesto que las ruteras de la marca alemana llevan ya diez años en el mercado y han sido todo un éxito. Es una tónica que también se refleja en el resto de motos más sustraídas en España.
BMW GS
En cuarta posición se sitúa la Yamaha X-Max, escúter medio que nació como hermano pequeño del poderoso T-Max. Su amplia gama, con versiones de 125, 300 y 400 centímetros cúbicos, lo convierten en un modelo apto para una amplia variedad de motoristas.
El bronce de este podio no es para un escúter, si no para una de las naked más populares del mercado, la gama Z de Kawasaki. La marca nipona ha sabido desdoblar el concepto del modelo para crear versiones con una horquilla de potencias bastante amplias, desde la pequeña Z 650 hasta la Z 1000 R, contando con numerosas versiones aptas para el carné A2.
Kawasaki Z 750 R.
En segundo lugar está la Yamaha T-Max, el modelo que demostró que un maxiscooter podía mirar cara a cara incluso a las deportivas. Con 45 CV y 53 Nm de par máximo, es rápido a la vez que dócil… una auténtica golosina para los ladrones.
Y el primer puesto es para una veterana que año tras año copa esta lista: la Honda Scoopy. El escúter de rueda alta de la marca del ala dorada es un superventas de pura cepa. En 2017 comercializó más de 6.000 unidades, que sumadas a las acumuladas en los últimos años dan lugar a un parque suficientemente amplio como para que los cacos puedan ir a por ella con facilidad, ya sea para revenderlas o para despiezarla y vender repuestos.
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Apasionado del motor desde pequeño, primero de las motos y después de los coches, con especial predilección por los modelos nipones. Lleva una década dedicándose al sector, formado primero en Autobild y desde entonces en el Grupo Prisa, probando todo lo que haga ruido... o no.