Hace bastante tiempo que vemos por las carreteras motocicletas (escúteres, más concretamente) que montan en su eje delantero dos ruedas, que aumentan su estabilidad y que en curva, a la hora de inclinarse, se “deslizan” una sobre otra. Yamaha ya ha aplicado esta tecnología a su Tricity, pero ahora la ha traslado a un prototipo espectacular que presentará en el próximo Salón de Tokio: el Yamaha MWC-4.
No podemos calificarlo de moto y tampoco de coche (la firma del diapasón ya hizo sus pinitos hace dos años con el Sports Ride Concept), sino como un híbrido entre ambos mundos que busca aprovechar lo mejor de cada uno.
Su diseño es de lo más peculiar, con cuatro ruedas unidas a un chasis/bastidor sobre el que después se monta una semicarrocería que incluye una careta frontal, un largo parabrisas que da forma al techo y paneles laterales para la mitad inferior, dejando las ventanillas al aire, al estilo del Renault Twizy.
Del habitáculo poco se aprecia, salvo que tiene un asiento de formato tradicional, como el de cualquier automóvil, y que en el puesto de control no hay volante, sino manillar. ¿Cómo se conduce entonces? Gracias al sistema LMW (Leaning Multi-Wheel), toda la carrocería bascula al tomar las curvas, lo que, al contar con cuatro apoyos, debería conferirle mucha estabilidad.
La marca también ha anunciado que emplea un motor eléctrico y un sistema de autonomía extendida, aunque no ha entrado en detalles de potencia o alcance por carga.
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Apasionado del motor desde pequeño, primero de las motos y después de los coches, con especial predilección por los modelos nipones. Lleva una década dedicándose al sector, formado primero en Autobild y desde entonces en el Grupo Prisa, probando todo lo que haga ruido... o no.