Coches como este Audi RS Q8 son los que han abierto el debate sobre la necesidad de redefinir los términos del etiquetado medioambiental de la DGT. Porque la pregunta que suscita su existencia es evidente: ¿tiene sentido que un coche con motor de gasolina, de ocho cilindros, 600 CV de potencia y unas emisiones de CO2 de 295 gramos por kilómetros luzca en el parabrisas el adhesivo Eco?
Seguramente la respuesta es no, aunque lo cierto es que la marca alemana, como tantas otras, ofrece automóviles de estas características ciñéndose a la legislación, lo que permite a algunos afortunados disfrutar de sensaciones únicas al volante combinadas con este etiquetado ventajoso. Y el resultado es un coche absolutamente fascinante, toda una exhibición de poderío tecnológico y de ingeniera avanzada, tan prodigioso como para justificar un precio base por encima de los 170.000 euros.
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Así que aquellos que puedan pagar semejante factura accederán a un SUV que se sale de lo corriente en todos los sentidos. Su aspecto imponente ya adelanta esta excepcionalidad, con una carrocería de estilo cupé (con cierta caída en la parte trasera), de cinco metros de longitud y que emana deportividad por los cuatro costados. Es un coche elegante pero también musculoso, multitud de pequeños detalles de acabado y aerodinámicos que refuerzan esa sensación de exclusividad.
La misma impresión se encuentra en el interior. Un Audi que se sitúa en lo más alto de la gama no puede decepcionar en cuanto a acabados, materiales o equipamiento. Y por supuesto que el RS Q8 no lo hace. El habitáculo combina lujo con tecnología, aderezado todo con gran comodidad y calidad en cada componente. No le falta detalle y, además, Audi facilita s sus clientes más exigentes un completo programa de personalización, que puede llevar incluso un paso más allá la excelencia para los ocupantes.
La habitabilidad es la propia de un coche de sus dimensiones, con cinco plazas convincentes y un maletero que supera los 600 litros en su configuración convencional. Los asientos delanteros son de estilo deportivo, muy envolventes, con reglaje eléctrico, climatizados y con función de masaje, así que poco más se puede pedir en un coche con una clara vocación viajera.
Un motor excepcional
La mecánica del RS Q8 también se sale de lo corriente, tanto como para no desentonar en un conjunto tan especial como este. La base es un motor de ocho cilindros configurados en V, con un cubicaje de cuatro litros, alimentación con inyección directa y un doble turbo para alcanzar un rendimiento de nada menos que 600 CV (existe una versión Performance que eleva este rendimiento hasta los 640 CV).
La estrategia de Audi para dotar a semejante aparato de la etiqueta Eco se basa en la adopción de un sistema de hibridación ligera de 48 voltios. Su influencia en la eficiencia del consumo es la propia de esta solución (más bien poca) y es así como los consumos son tan elevados como cabe espera de un coche de su talante. La marca homologa un gasto medio de 13 litros a los 100 kilómetros, pero exprimiendo mínimamente sus capacidades en carretera pasa con facilidad de los 15 litros… para llegar a lo que podamos imaginar si realmente se saca todo el jugo al V8.
Porque este es un SUV de carácter deportivo, sin duda. No radical, pero sí sobradamente preparado para deparar emociones únicas al volante. Más allá de su potencia, el conjunto se completa con un sistema de tracción total permanente que hereda toda la experiencia de Audi en estas transmisiones; un cambio automático de ocho relaciones de funcionamiento impecable; una suspensión neumática con amortiguadores de dureza variable; unos frenos de discos ventilados que llegan a los 420 milímetros de diámetro en las ruedas delanteras…
En definitiva, todo lo necesario para que controlar los 600 CV de potencia y las 2,4 toneladas de peso en vacío del RS Q8 resulta mucho más sencillo y seguro de lo que podría esperarse. Un SUV que acelera como un deportivo, ruge como un coche de competición y que, pulsando el botón RS en el volante, saca a relucir todo su carácter, que es mucho y entusiasmante.
La electrónica resulta determinante igualmente en este sentido, ya que todos los sistemas de los que disfruta el RS Q8 facilitan mucho la conducción y permiten circular a ritmos elevados en todo tipo de vías con una gratificante sensación de seguridad. Si se le exige lo máximo al motor, la respuesta es contundente y el conjunto no se descompone, tan solo conviene tener en cuenta las inercias de semejante mole, muy controladas en todo momento, pero con los límites lógicos de la física.
Las aceleraciones son contundentes, el morro del coche tiende incluso a levantarse con el empuje del tren posterior y los dígitos del velocímetro suben a la misma velocidad que lo hace el vehículo, por mucho que en su interior la sensación no se corresponda con ese ritmo, tal es el aplomo del conjunto en todo momento.
Llevar al límite sus capacidades es una tarea compleja y que supone un riesgo elevado, para conseguirlo hay que forzar tanto como para que el experimento se convierta en un camino sin retorno. El chasis, su puesta a punto y toda la tecnología que acompaña a la conducción permiten tales excesos, convirtiendo su conducción en una experiencia única. Ofrece el comportamiento de un deportivo con la funcionalidad de un SUV, una combinación que muchos sabrán valorar en su justa medida.
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Una vida sobre ruedas. De piloto (malo) de motocross a periodista deportivo en Diario AS, incluyendo una década en los grandes premios de MotoGP. Apasionado de los coches y las motos, en más de 35 años ha tenido el privilegio de probar unos cuantos cientos de unos y de otras. Ahora, director de Prisa Motor.