Bugatti es una de las marcas de coches más exclusivas del mundo, pero a partir de ahora lo será todavía más. Acaba de presentar su ‘Programme Solitaire’, un nuevo servicio de personalización por el que los más adinerados y afortunados clientes de la compañía podrán crear vehículos ‘one-off’, es decir, modelos únicos hechos completamente a su gusto.
Hendrik Malinowski, Director General de Bugatti, explica la idea: “Programme Solitaire nos permite explorar con autenticidad las visiones únicas de nuestros clientes, brindándonos mayor flexibilidad para explorar diferentes interpretaciones de los elementos de diseño más tradicionales de Bugatti. En una pieza única, tenemos mucha más libertad para reinterpretar lo que es un Bugatti, manteniendo la misma dedicación absoluta a la perfección en cada detalle; no se comprometerá el rendimiento, la calidad ni el diseño”.
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Como era de esperar, el fabricante no iba a presentar una novedad de este calado con las manos vacías, de una manera abstracta, así que lo ha hecho mostrando la primera creación de este tipo, el Bugatti Brouillard. Su dueño es Michel Perridon, quien tiene la mayor colección de Bugatti del mundo.
Bugatti Brouillard, hecho a medida
La creación inaugural de Solitaire rinde homenaje al caballo más amado de Ettore Bugatti, fundador de la marca. Era un purasangre con un pelaje blanco con matices grises y, aunque su combinación cromática no se haya trasladado al hiperdeportivo, si replica los valores que más apreciaba Ettore: “Velocidad, belleza y una gracia incomparable”.
A efectos prácticos esto se traduce en un vehículo único que, a todas luces, se ha desarrollado tomando la base del Bugatti Mistral, pero con las modificaciones necesarias para hacerlo único. La más obvia es que, al contrario que aquél, no es un descapotable, si no que tiene la carrocería cerrada.
El frontal es fácilmente reconocible, con la pequeña parrilla en forma de herradura, enormes entradas de aire en el paragolpes, esculpidos grupos ópticos con una firma lumínica en forma de cuatro barras LED horizontales y salidas de aire en el capó. El perfil es atlético a más no poder, la carrocería presenta un acabado bitono en verde y negro, y en la trasera se reparten el protagonismo los faros en forma de X y las dos salidas de escape dobles verticales.
El interior, también verde, está heredado del Bugatti Chiron. La tapicería tiene estampados a cuadros escoceses, el aluminio está muy presente y en las puertas hay bordados caballos.
Mecánicamente, como adelanta su imagen, no emplea el sistema de propulsión híbrido del Bugatti Tourbillon, sino que confía en el motor de sus predecesores, un bloque W16 de 8,0 litros con cuatro turbos que es capaz de desarrollar 1.600 CV de potencia.
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