Bugatti es la dueña del vehículo de producción que más cerca ha estado de alcanzar los 500 km/h. Sin embargo, eso de “producción” no era exacto del todo porque la unidad que se coronó como el coche más rápido del mundo era de preserie. Ese pequeño matiz ha desaparecido ya, puesto que la marca ha creado una edición limitada del modelo, el Bugatti Chiron Super Sport 300+, que se presentará en el Salón de Fráncfort 2019 y de la que se fabricarán 30 unidades, cada una a un precio de 3,5 millones de euros.
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La compañía ha optado por mantener, en la medida de lo posible, todos los rasgos del ejemplar de preproducción que consiguió el récord, aunque también ha sumado algunas modificaciones para potenciar la usabilidad del vehículo.
De esta manera, cuenta con el mismo frontal específico, con unas tomas de aire de mayor tamaño y un nuevo splitter; la carrocería es 250 milímetros más larga, algo que se aprecia sobre todo en la zaga, donde la cubierta del motor es nueva, está coronada por un alerón fijo y las colas de escape doble tienen una orientación vertical.
Entre las novedades que incluye la serie limitada está la desaparición de la jaula antivuelco, el añadido del asiento del copiloto, la vuelta de la altura de la suspensión a una posición “de calle” y unas nuevas llantas. También se ha instalado un limitador que deja su velocidad máxima en 440 km/h.
Estos cambios, sin embargo, son voluntarios: Bugatti da la oportunidad a sus clientes de no instalarlos, manteniendo su vehículo en condiciones idénticas a las del que se hizo con el récord, por si quieren intentar imitarlo. Y es que la firma también les dará acceso al escenario donde tuvo lugar la proeza, el circuito de pruebas del Grupo Volkswagen en Ehra-Lessien.
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Apasionado del motor desde pequeño, primero de las motos y después de los coches, con especial predilección por los modelos nipones. Lleva una década dedicándose al sector, formado primero en Autobild y desde entonces en el Grupo Prisa, probando todo lo que haga ruido... o no.