Casi 75 años y cuatro generaciones después, la cigüeña alada de Hispano Suiza, la mítica marca española de automóviles que disputaba a Rolls-Royce la supremacía del sector del automóvil en los años veinte y treinta del siglo pasado, vuelve a la actividad para intentar recuperar su esplendor. Y lo hace reinterpretando su ADN original, un compendio de “elegancia, exclusividad, deportividad e innovación”, según lo define Miguel Suqué Mateu, biznieto de Damián Mateu, el fundador en 1904 junto al empresario Francisco Seix Zaya y el ingeniero suizo Marc Birkigt.
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El resultado es el Hispano Suiza Carmen y su evolución deportiva, el Carmen Boulogne, que se ha presentado ahora en Madrid. El nuevo proyecto se apoya en el equipo técnico de QEV Tecnologies, una compañía barcelonesa especializada en la competición, y en particular en la Fórmula E, el equivalente a la Fórmula 1 pero con monoplazas eléctricos, donde se adjudicó el primer certamen. Y el detalle es clave, porque Hispano Suiza se quiere posicionar como un fabricante de superdeportivos que mira al futuro apostando por mecánicas 100% eléctricas para distinguirse de sus competidores.
El primer prototipo, el Hispano Suiza Carmen, recoge el nombre de la nieta del fundador y se presentó en el Salón de Ginebra de 2019. Por fuera reinterpreta la línea e imagen del Hispano Suiza HBC Dubonnet Xenia de 1938, un encargo del piloto francés André Dubonnet. Se trata de un espectacular biplaza de dos puertas con apertura tipo alas de gaviota, chasis de fibra de carbono, motores eléctricos de 1.020 CV y solo 1.690 kilos. Y está previsto fabricar 15 unidades que se venderán con un precio de salida de 1,5 millones de euros sin impuestos, 1.800.000 en España. Pero la tarifa es orientativa, porque podrán incluir personalizaciones casi infinitas según el fabricante, que elevarán aún más la cifra.
La segunda versión es el Carmen Boulogne, la evolución deportiva, que recoge su apellido de las tres victorias consecutivas logradas por la marca en la Copa Boillot, una prestigiosa carrera de resistencia de 3,5 horas que se celebraba en la ciudad francesa y en la que venció con los pilotos André Dubonnet (1921), Paul Bablot (1922) y Léonce Garnier (1923) al volante de versiones de carreras del Hispano Suiza H6.
El Carmen Boulogne tiene una carrocería de fibra de carbono a la que se ha aplicado un barniz especial para que quede a la vista, y muestra un planteamiento más de competición. Recoge mejoras que elevan la potencia a 1.114 CV y reduce el peso en 60 kilos para aumentar las prestaciones. Tiene un precio de salida de 1,6 millones de euros, dos millones en España con impuestos, y en principio se harán cuatro unidades.
Pero es que tanto el Carmen como el Carmen Boulogne son modelos extremadamente elitistas que buscan aprovechar el mito de la marca con tiradas muy reducidas. Y su objetivo es atraer a los coleccionistas para capitalizar la empresa y poder producir después modelos menos inaccesibles. De momento, la respuesta es esperanzadora: hay cuatro unidades vendidas, tres del Carmen y una del Boulogne.
En los límites tecnológicos
Chasis y carrocería de fibra de carbono, suspensiones de dural (aluminio serie 7.000 de uso aeronáutico), frenos cerámicos de carbono y cuatro motores eléctricos con 1.114 CV en total para mover sus 1.630 kilos y lograr prestaciones de vértigo: 2,6 segundos de 0 a 100 km/h y 290 km/h de velocidad.
Son algunos detalles tecnológicos del Carmen Boulogne, el segundo modelo de Hispano Suiza, que equipa también unas baterías de litio de 80 kWh y ofrece 400 kilómetros de autonomía. Todo se ha desarrollado y se produce de forma artesanal en la fábrica de Montmeló, con un equipo de apenas 30 técnicos e ingenieros, y un 90% de proveedores locales.
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