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Casi 20 kilómetros y unos 30 minutos a bordo del prototipo Nissan Leaf Intelligent Driving como copiloto (en el asiento izquierdo) de Tetsuya Iijima, Manager General del Departamento de Conducción Autónoma de Nissan, son más que suficientes para comprobar la madurez de la tecnología de conducción automática de la marca japonesa. Y es que la prueba, reservada a ocho periodistas internacionales, no se realiza en una pista cerrada, sino en calles y carreteras abiertas al tráfico en plena Bahía de Tokio, en el área portuaria de Daiba, en medio de un tráfico intenso de camiones, furgonetas de carga y turismos que buscan su hueco entre los carriles.
A lo largo del recorrido el ingeniero Iijima mantiene las manos a un palmo del volante, como exige la legislación japonesa de estos coches, pero no llega nunca a intervenir. Tras programar el destino en el navegador e iniciar la marcha, este Leaf eléctrico auto pilotado acelera y frena por si solo en los semáforos, desciende por túneles bajo el agua sin cobertura de GPS, traza las curvas que se va encontrando y hasta cambia solo de carril para adelantar camiones en el Tokio Gate Bridge, el icónico puente de la bahía de la capital nipona, para llegar a su destino sin la menor incidencia.
La clave de su fiabilidad es la perfecta compenetración entre un sofisticado sistema de toma de datos que incluye cinco radares, cuatro láser y 12 cámaras que permiten al coche ver a 200 metros de distancia para identificar vehículos, semáforos, objetos y personas, y evitar cualquier accidente.
Nissan espera ofrecer el Intelligente Drive 1.0 en 2015, con piloto automático para atascos y autopista (sin cambio de carril). En 2018 llegara el ID 2.0 con adelantamiento y cambio de carril en autopista. Y en 2020, el 3.0, con conducción autónoma completa en ciudad. Los ID 2.0 y 3.0 exigirán cambios en la legislación y los seguros.
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