Por mucho que los coches entren por los ojos y su diseño sea una de sus principales bazas, cuando se adquiere uno se pasa mucho más tiempo tras el volante que contemplándolo desde el exterior. Por eso, tiene su lógica dedicar parte del esfuerzo de desarrollo e innovación a mejorar y pulir el puesto de conducción.
Peugeot lleva cuatro años luciendo orgullosa su i-Cockpit en los 208, 2008 y 308. Este salpicadero lucía un diseño basado en unas premisas muy concretas y, ahora, llega su segunda generación, que continúa la línea establecida y se estrenará junto al nuevo 3008.
Como en el original, se articula a través de tres conceptos básicos: un volante compacto, una instrumentación elevada y una gran pantalla táctil.
El volante ayuda a mejorar la maniobrabilidad, reduciendo la apertura de brazos necesaria, por lo que los movimientos son menos amplios y más rápidos y ágiles.
El cuadro de instrumentos se beneficia de la menor dimensión del volante para estar más visible, y su posición más alta además evita que el conductor tenga que apartar los ojos de la carretera.
Por último, y como es tendencia en el resto de marcas, la consola central está presidida por una gran pantalla táctil desde la que poder controlar todos los sistemas del coche.
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Apasionado del motor desde pequeño, primero de las motos y después de los coches, con especial predilección por los modelos nipones. Lleva una década dedicándose al sector, formado primero en Autobild y desde entonces en el Grupo Prisa, probando todo lo que haga ruido... o no.