En ocasiones, las autoridades deciden modificar los límites de velocidad de una carretera por distintos motivos. En el condado de Laois (Irlanda) apostaron por esta medida en algunos tramos de una vía y este cambio se convirtió en una trampa de Google Maps y Waze.
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Varios tramos de una carretera del condado de Laois pasaron de tener un límite de 80 km/h a tener uno de 60. Esto se tradujo en muchas multas por exceso de velocidad: los conductores confiaron en la tecnología y esta les jugó una mala pasada.
La mayoría de ellos siguieron circulando a 80 km/h o a velocidades cercanas a este límite. ¿Por qué? Los conductores se fiaron del límite que señalizaba tanto Google Maps como Waze. El problema es que las aplicaciones todavía no se habían actualizado para mostrar el nuevo máximo de la vía.
Ausencia de señales
Hay que tener en cuenta que este tipo de datos no se actualizan en tiempo real en estas aplicaciones. Esto significa que pueden mostrar información incorrecta: si un conductor se da cuenta de ello, puede informar del error a través de la app para que Google o Waze lo cambien. Sin embargo, la corrección puede tardar varias semanas.
Un concejal del condado de Laois, ha explicado que Google no es el único responsable de las infracciones. En algunos tramos de las carreteras donde se modificó el límite de velocidad, faltaban las nuevas señales. Por lo tanto, los conductores no tenían toda la información sobre las nuevas limitaciones.
La prioridad siempre es de las señales
Esta combinación llevó a muchos a confiar ciegamente en el navegador, una práctica que no es aconsejable. Cabe recordar que la señalización de la carretera siempre tiene prioridad sobre las aplicaciones: Google Maps y Waze son herramientas útiles, pero no pueden sustituir las marcas viales oficiales.
Este incidente ha puesto de relieve los peligros que tiene depender de la tecnología. Las señales de tráfico (y, en su ausencia, los agentes) son siempre la fuente más fiable para respetar los límites de velocidad. Los conductores deberían tener esto presente para adaptar su conducción en consecuencia.
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Desde que aprendió a hablar y escribir, una de sus pasiones siempre fue contar todo lo que pasaba a su alrededor. Hizo las maletas y cambió Zaragoza por Madrid para estudiar Periodismo en la Universidad Complutense. Antes de graduarse, el mundo del motor se cruzó en su camino… y nunca lo ha abandonado.
