Viaje al coche del futuro: será autónomo, ecológico y siempre conectado

El automóvil del mañana tendrá piloto automático, mecánica eléctrica sin emisiones y conectividad permanente a Internet.

Coches autónomo
La conducción del futuro podrá ser muy diferente a lo que conocemos hoy.

Conducción robotizada, propulsión limpia y un universo de servicios digitales. Los automóviles que vienen reforzarán su inteligencia artificial y desarrollarán funciones que hasta ahora solo se veían en las películas. Estas son las más destacas.

PILOTO AUTOMÁTICO
Cada vez más cerca. El piloto semiautomático para autopista ya está en la calle y el autoguiado completo, ese que convertirá al conductor en pasajero, se estrenará en 2020 y las previsiones señalan que estará ya presente en un buen número de automóviles a partir de 2025. Este es el calendario tecnológico que manejan tanto los fabricantes como las compañías de componentes electrónicos, que proporcionan los equipos de visión y control que necesitan los vehículos para conducirse solos.

Hoy día, muchos modelos pueden autoguiarse en línea recta, acelerando y frenando para adaptarse a los flujos del tráfico y mantener la distancia de seguridad. Basta con que incluyan cambio automático y control de velocidad inteligente, que suele denominarse ACC. Y también hay una cierta variedad de coches con direcciones eléctricas que pueden girar por sí mismas para aparcar el vehículo, por ejemplo. Al coordinar estos dos avances, se puede crear el piloto semiautomático para autopista, que en los automóviles más grandes y exclusivos funciona ya con una precisión más que correcta y permite que el modelo circule en línea recta y tome también curvas suaves, de radio amplio. El conductor debe todavía permanecer atento y el coche le exige que coja el volante cada cierto tiempo, pero la innovación aporta buenos resultados y descarga de trabajo al piloto tanto en los tramos despejados, sin apenas tráfico, como en las grandes retenciones. Audi, BMW, Mercedes, Volvo y Tesla son algunos de los fabricantes que ofrecen actualmente esta función.

La suma de los automatismos parciales será la clave para alcanzar el automatismo total, que la mayoría de marcas confían en tener en la calle en 2020. Las compañías citadas anteriormente son las que encabezan la evolución, pero otras como Volkswagen, Nissan, Peugeot, Citroën, Ford y Toyota están también en la carrera y fijan en la misma fecha la comercialización de modelos con piloto automático.

De los laboratorios surgen varias soluciones que supondrán un nuevo paso adelante. El asistente de cambio de carril acaba de lanzarse (se acciona el intermitente y el coche pasa al lado indicado; lo tiene el nuevo Mercedes Clase E) y entre 2017 y 2018 saldrán los asistentes para robotizar los adelantamientos y automatizar la circulación en rotondas, creando un conjunto electrónico de ayuda aún más completo.

CÁMARAS DE VISIÓN 3D

Para que los automóviles realicen movimientos autónomos con seguridad necesitan poder ver y controlar el entorno, y aquí entran en juego las cámaras, radares y sensores y los programas de análisis de imágenes y trayectorias. A finales de la década de 2000 llegaron las cámaras 3D, que permitían a los coches no solo supervisar lo que sucedía por delante, sino también en los lados, sentando así las bases necesarias para que su campo visual abarcase 360 grados y pudieran ver todo en todas direcciones.

Los modelos actuales más sofisticados llevan hasta 20 ojos electrónicos y softwares de alta capacidad. Pero falta todavía incorporar mapas con mayor precisión (de centímetros, no metros) y testar los equipos para reforzar la fiabilidad de funcionamiento y pasar del 90% de ahora al 99%, que es lo que se exige a los aviones.

Mecánica ecologica

MECÁNICA ECOLÓGICA

La meta está clara: el futuro del automóvil pasa por garantizar su compatibilidad ambiental. Las crisis de contaminación que afectan a cada vez más capitales son el último aviso, y el continuo incremento del parque móvil mundial no hará sino agravar la problemática. Si en 2005 circu­laban 890 millones de vehículos por el planeta, en 2014 se superaron ya los 1.200, según datos de OICA, la asociación internacional de fabricantes. Y la cifra seguirá creciendo durante las próximas décadas.

Afortunadamente, la solución tecnológica ya se conoce y es la electricidad. Los modelos eléctricos no producen emisiones al circu­lar y ayudan a descontaminar los entornos urbanos o, al menos, a no seguir acumulando polución. El mejor balance ecológico se obtendría al utilizar energía procedente de fuentes renovables, pero incluso si la electricidad se produjera en centrales generando emisiones, todavía quedaría la ventaja de deslocalizar la contaminación y alejarla de las ciudades. Y no es un aspecto menor, porque el 50% de la población mundial se concentra en las urbes, que por su parte solo suponen el 5% de la superficie terrestre.

El automóvil eléctrico es, por tanto, el elegido. La duda es qué alternativa se impondrá, si el de baterías o el de hidrógeno. El coche eléctrico con baterías es más sencillo técnicamente que el de hidrógeno y, por tanto, menos costoso, pero sigue adoleciendo de una autonomía y tiempo de recarga mejorables. El de hidrógeno, por su parte, ofrece un radio de acción superior y similar al de los modelos de gasolina y se reposta al completo en unos cuatro minutos.

Pero es como integrar una central en un coche: a la mecánica de los eléctricos a pilas suma las células de hidrógeno y los depósitos asociados. Y es que el hidrógeno de los tanques reacciona con el oxígeno del aire en el interior de las células, produce electricidad y esta se envía al motor para mover el vehículo. La reacción produce como residuo vapor de agua, que es lo que sale por el escape. Los depósitos tampoco son sencillos, porque el hidrógeno se almacena como gas a una presión elevada de 700 bares; la producción masiva del combustible genera asimismo dudas en cuanto a su rentabilidad y ecología, y tampoco existe en la mayoría de países una red de abastecimiento desplegada.

Si, como prevén los ingenieros, las baterías alcanzan un grado de desarrollo suficiente como para rivalizar en rendimiento con los vehículos de hidrógeno, estos podrían dejar de tener sentido.

Conectividad

CONECTIVIDAD

A distancia, desde móviles, tabletas e incluso relojes inteligentes, el conductor podrá interactuar con su vehículo y realizar diversas operaciones, como abrir y cerrar las puertas, conectar el climatizador para acondicionar la cabina, comprobar la presión de los neumáticos o la cantidad de combustible, descargar una ruta en el navegador y hasta localizar el vehículo vía GPS, tanto en aparcamientos de grandes dimensiones (no se recuerda dónde se dejó) como ante robos. Son solo algunos ejemplos de las posibilidades prácticas que brinda la nueva conectividad del automóvil.

La comunicación se produce además en una doble dirección, es decir, del conductor hacia su coche, pero también del coche hacia la Red y el entorno. Y este segundo camino permite disfrutar de Internet a bordo, abriendo así un auténtico universo de servicios digitales, desde aplicaciones para consultar el tiempo y realizar una reserva en un hotel o restaurante hasta actualizar al minuto el estado del tráfico o escuchar la música preferida sin tener que llevar ningún CD en el coche. Asimismo, cada vez más modelos son capaces de generar una señal wifi, incluso 4G, para que los ocupantes puedan bucear con sus dispositivos como si estuvieran en casa.

Todas estas funciones están ya en el mercado, y no solo en los modelos de las marcas exclusivas, como Audi, BMW, Mercedes, Jaguar y otras, también en las populares. Resaltan, por ejemplo, los sistemas multimedia de Ford, Seat, Volvo, VW y Opel, que son de los más avanzados.

La llamada automática de emergencia o e-call (obligatoria desde octubre de 2015), que pone en alerta a los servicios de emergencia ante un accidente y envía la localización, se basa también en la conectividad del coche a la Red.

En el futuro cercano, la conectividad será permanente y el vehícu­lo hablará también con el resto del tráfico y las infraestructuras. Y el avance permitirá funciones de seguridad sorprendentes: un conductor sabrá, antes de poder verlo físicamente, si hay un vehículo que se ha saltado el semáforo de la esquina a la que se aproxima, porque el semáforo se lo dirá a la Red y esta al coche que se acerca para que pueda evitar la colisión.

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