La gran aportación de la gama de modelos 2014 de Harley-Davidson es lo que han denominado ‘Proyecto Rushmore’. Se trata de un amplísimo paquete de mejoras (más de un centenar en total) que se aplican a su familia Touring, la superior de su oferta, las más viajeras, exclusivas… y caras. Para saber qué mejorar y cómo hacerlo, los especialistas de la marca de Milwaukee realizaron miles de entrevistas a motoristas de todo el mundo, usuarios ya de sus productos y también quienes no lo eran. Un concienzudo estudio de mercado que se ha traducido en la mayor revolución tecnológica de Harley en los últimos años, pero siempre con el objetivo inamovible de mantener la esencia que ha convertido a sus motos en leyenda…
Alcanzar este equilibrio resulta mucho más complicado de lo que puede parecer en principio pero los ingenieros estadounidenses lo han logrado con encomiable acierto. Y la nueva Street Glide es un buen ejemplo de ello. Se trata del modelo más vendido de la marca en todo el mundo (gracias fundamentalmente a su aceptación en su enorme mercado local) y conseguir mejorar un gran producto no era en absoluto sencillo, sobre todo manteniendo la enorme personalidad estética y conceptual que define a esta Touring.
A simple vista, la Street Glide conserva todo el encanto que la ha convertido en un éxito comercial. Hay pequeños matices en las formas de su carenado frontal, de sus maletas laterales, de sus guardabarros, de sus llantas… pero en definitiva continúa siendo la moto que era, puro diseño Harley que entusiasma a sus seguidores. Quizá lo único que rechina algo más es la toma de aire colocada en ese inconfundible carenado Batwing, una boca que rompe la limpieza de líneas generales de esta zona aunque sea por una buena causa: reducir las turbulencias aerodinámicas que llegan hasta el piloto a alta velocidad.
La base mecánica de este modelo no experimenta tantos cambios como en las Ultra (no recurre a la refrigeración por líquida), aunque eso no significa que el dos cilindros en V de 103 pulgadas cúbicas (1.687cc) se mantenga inalterado. La nueva admisión de aire y, sobre todo, el árbol de levas mejorado se dejan sentir de forma clara; el Twin Cam sigue siendo un prodigio de par y poderío (no incrementa la potencia, con poco más de 85 CV) pero su respuesta ahora es mucho más enérgica y contundente, lo que se traduce en mejores aceleraciones y un reprís que gana enteros en adelantamientos desde cualquier velocidad.
El cambio sigue siendo de seis relaciones pero en la transmisión también encontramos otra aportación significativa del ‘Proyecto Rushmore’: el embrague hidráulico. Un sistema mucho más acorde con una moto de este estilo que el clásico cable y que se revela más efectivo y cómodo. Dispone además de un sistema antirrebote, con lo que se eliminan las reacciones perniciosas en reducciones fuertes. Tampoco cambia la transmisión final, con la típica correa dentada que caracteriza a todas las Harley.
Arrancamos el poderoso Twin Cam, metemos primera escuchando el inevitable ‘clonck’ de la transmisión y nos ponemos en marcha. Desde el primer kilómetro se aprecia que esta Street Glide es una moto más manejable, sin que ello quiera decir que sus más de 400 kilos de peso se hayan esfumado; sin embargo, la dirección es más rápida y precisa, el chasis se mueve con menos esfuerzo pero la moto tiene un mayor aplomo general. La horquilla delantera es ahora de 49 mm de diámetro, los rodamientos de la dirección llevan lubricación interna y son de bolas de acero. Mejora tras mejora, los pequeños detalles se suman para que el conjunto represente una evolución valiosa respecto a lo conocido.
En este sentido, tampoco podemos olvidar los frenos. Un equipo firmado por los especialistas de Brembo (se mantiene la fidelidad a la marca) pero que ahora se basa en un sistema integral controlado electrónicamente. De este modo, al accionar el pedal el circuito hidráulico es capaz de enviar presión al disco posterior y a uno de los delanteros, completándose la potencia de frenada al tocar la maneta, momento en el que comienza a morderse en segundo disco delantero. Y siempre, por supuesto, con la asistencia de un antibloqueo ABS que evita cualquier situación comprometida en firmes de baja adherencia.
Sin ser esta la moto más viajera de la familia Touring, es evidente que la Street Glide se encuentra perfectamente adaptada para rutas ambiciosas. Las suspensiones son cómodas y el carenado frontal hace más llevadero el paso de los kilómetros, a lo que también ayudan las plataformas para reposar los pies, el asiento bajo y una posición cómoda al manillar. En Harley-Davidson también han querido ir un paso más allá en cuanto a equipamiento y este modelo cuenta con exquisiteces como el control electrónico de velocidad, apertura de maletas laterales con un único toque (ya no son necesaria las dos manos para realizar esta operación), control del ordenador de viaje desde las piñas, equipo de audio con pantalla monocroma (aunque sin navegador de serie), iluminación halógena… En definitiva, detalles valiosos y que se ajustan como un guante al carácter exclusivo de una moto de este precio.
Ésta es, por tanto, una magnífica Harley-Davidson en cualquiera de los sentidos. Se beneficia de esa filosofía de la que tanto alardean en la marca (y con razón) de cambiar para que todo siga igual, con el aroma indiscutible de una gran moto americana pero con una tecnología que nada tiene que envidiar a las de otras empresas que presumen de encontrarse a la vanguardia de la misma. Eso sí, disfrutar de todo ello no parece al alcance de cualquier bolsillo considerando que la versión básica en color negro tiene un precio de 26.600 euros. Pero nadie dijo que lo excepcional fuera a ser barato…
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