Háptica: tres años para que un coche tenga un tacto que nos guste

Es el tiempo que emplean los ingenieros de SEAT para conseguir las sensaciones que persiguen en sus vehículos, con las de 150 pruebas a ciegas en cada uno.

Tacto
El responsable de háptica de SEAT dirige una prueba a ciegas.

Aunque el diccionario de la Real Academia Española no lo recoge (tan sólo su origen etimológico) la háptica es la ciencia que se centra en el estudio del tacto. Las percepciones al tocar un objeto pueden llegar a resultar determinantes para los usuarios en algunos casos, como el del automóvil. El concepto de ‘calidad percibida’ se encuentra muy relacionado con este criterio, puesto que la forma en que recibamos esas sensaciones tiene una influencia determinante en la valoración general del vehículo.

Es así como todas las marcas destinan recursos importantes a la investigación en este campo. En el caso de SEAT se concreta en un departamento específico que dirige Raúl Funes, que tiene a su cargo a un grupo de ingenieros encargados de desarrollar y mejorar el tacto de los diferentes elementos  accesibles para los usuarios, tanto el conductor como sus acompañantes.

El tacto es una sensación y como tal, un criterio subjetivo y de difícil catalogación. El desafío del equipo de háptica de la marca española pasa por cuantificar este sentido y para ello miden todos los parámetros posibles. De este modo, son necesarios tres años de estudio de las sensaciones táctiles antes de que un nuevo modelo salga al mercado, analizando desde los materiales hasta los mecanismos, el diseño de cualquier pulsador, los mandos giratorios, su dureza o tipo de deslizamiento.

Resulta vital la percepción humana, por lo que en SEAT realizan con cada modelo más de 150 pruebas sensoriales a ciegas, en las que diferentes personas comparten sus sensaciones al accionar un determinado dispositivo aislándolo de cualquier otro sentido, principalmente la vista. De tal modo, con los ojos vendados, el probador de botones puede concentrarse mejor en el tacto.

El último reto para los ingenieros de esta materia son las pantallas táctiles. Ganan terreno respecto a otro tipo de pulsadores tradicionales para accionar equipos multimedia y resulta esencial acertar con la presión que la pantalla exige para que la orden se materialice o la posición en la que se coloca cada icono en la pantalla buscando que sea coherente con el movimiento humano.

En definitiva, se trata de la búsqueda de la excelencia en los detalles, matices a menudo insignificantes y que pueden pasar desapercibidos pero capaces de transformar radicalmente la experiencia de utilización de un automóvil.

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