Las artes plásticas reflejan las diferentes influencias del entorno social de cada época e indudablemente la llegada de los vehículos a motor supuso también una inspiración para diversos artistas. Es evidente que el automóvil en el arte no comienza a aparecer hasta su nacimiento a finales del siglo XIX, pero incluso esos primeros modelos fueron plasmados por algunos pintores por ser símbolos de modernidad y cambio. Repasemos algunas de las obras más significativas donde el coche o la conducción es el centro de la pieza.
PRIMERAS PINCELADAS CON OLOR A GASOLINA
Ramón Casas (1866-1932) fue uno de estos primeros artistas que apostó por el mundo del automóvil y llegó a convertirlo en tal pasión que incluso participó en la creación del Real Automóvil Club de Cataluña, cuyo primer escudo fue, además, diseñado por él mismo. Son diversas las obras pictóricas e incluso fotográficas donde el autor refleja modelos de coches, las más conocidas son la de su mujer en automóvil, Ramón Casas y Pere Romeu en un automóvil (Museu Nacional d’Art de Catalunya, 1901) y La Cochera (1907), donde se ve el modelo de edición limitada Delaunay-Belleville 28 HP que el propio pintor trajo desde París.
El coche comienza a formar parte del paisaje urbano, de hecho transformará las ciudades hasta adaptarlas para estas nuevas máquinas. Pintores como el uruguayo Joaquín Torres-García plasmaron esta transformación tal y como se puede ver en sus numerosos paisajes callejeros de Nueva York. Uno de ellos es New York Street Scene (Smithsonian Hirshhorn Museum of Art , 1928).
El pintor vasco Aurelio Arteta también muestra, hacia 1917, el comienzo de la influencia del tráfico en la ciudad con su conocida obra Plaza de Cuatro Caminos (1917-19).
EL AUTOMÓVIL COMO SÍMBOLO VANGUARDISTA
El coche se une al auge de las vanguardias artísticas europeas y en concreto al Futurismo, que busca la máquina como ideal de modernidad y plasma “belleza de la velocidad”, tal y como se refleja en el Manifiesto Futurista de Filippo Marinetti de 1909. Muchos son los artistas y las obras que representan coches o motos en movimiento, tales como: Dinamismo de un coche, Luigi Russolo (Centro Georges Popidou, 1912) Motociclista, solido in velocità de Fortunato Depero (1923) o Le forze della curva de Tullio Crali (1930).
Salvador Dalí, también influenciado por la energía, fuerza, juventud, progreso y rebeldía que refleja el automóvil lanza su propio manifiesto, el Manifest groc, en 1928, donde expresa su atracción por los vehículos a motor y que se plasmará como una constante en toda su producción artística. La primera obra de Dalí en la que vemos un coche en segundo plano es Bañista (1924), pero sin duda su obra más significativa sobre el tema es Automóviles Vestidos (1941), donde el surrealismo se imprime en la disociación de ideas contrastada por un primer Cadillac elegantemente vestido y lo descompone en una especie de ilusión óptica con significados ocultos en el segundo Cadillac.De nuevo un Cadillac es el centro de la obra escultórica Taxi lluvioso, un coche que regaló a su pareja Gala y de cuyo modelo solo había seis en el mundo (uno era del presidente Roosevelt y otro de Clark Gable) y que podemos ver en el patio del Teatro-Museo Dalí de Figueres.
René Magritte, otro bastión de surrealismo, también aporta una obra donde el automóvil es protagonista, La cólera de los Dioses (1960), donde tanto el caballo como el coche traducen sensación de velocidad al espectador.
EL COCHE COMO OBJETO DE ARTE EN SÍ MISMO
A partir de la segunda mitad del siglo XX, el automóvil ya es considerado como una pieza artística en sí misma, de hecho en el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MOMA) existen varias obras en torno a la automoción. De entrada el Cisitalia 202 Coupe GT de 1946, diseñado por Pininfarina y que se exhibe como una muestra del arte adaptado al sistema de locomoción. Completan la colección una motocicleta Vincent HRD Rapide de 1949, un Fórmula 1 Racing Car 641/2 de Ferrari, un Jeep Willys-Overland Motors de 1952, un Volkswagen Tipo 1 de 1959 y un moderno Smart Coupé de 1998. Estos vehículos muestran la figura del diseñador industrial como artista.
También en el MOMA podemos encontrar muestras de arte contemporáneo inspiradas en la vida en la carretera como A-Z Escape Vehicle de Andrea Zittel (1996) y que gira en torno a una concepción de caravana; The Bus Driver de George Segal (1962), autor que refleja la vida cotidiana de un pensativo conductor de autobús nocturno; Y Highrise Builiding: Sparkplug de Hans Hollein (1964), donde una bujía es la yuxtaposición surrealista de un paisaje rural.
En cuanto al uso del automóvil como soporte artístico, cabe destacar la intervención espontánea de Pablo Picasso en 1958 sobre un Citroën DS propiedad del periodista Manuel Mejido, que había acudido a hacerle una entrevista. Durante un receso el pintor desapareció y pintó en el lateral del coche Las guirnaldas de la paz y su firma. Se habla de que este es el pretexto para que sus descendientes permitieran el uso del nombre de Picasso en el modelo Citroën Xsara.
Andy Warhol también utilizó un coche para plasmar su arte, en este caso un BMW M1 Gr. 4 que iba a competir en las 24 Horas de Le Mans de 1977. Tardó solamente 23 minutos en cubrirlo de colores y tras firmarlo en el parachoques trasero, Warhol comentó: “Me encanta el coche, es mejor que la propia obra de arte en sí”.
Es preciso nombrar también la influencia del coche en el Pop Art de Warhol y en su serie CARS (1986), compuesta por 35 serigrafías encargadas por la firma alemana Mercedes Benz y que gira en torno a ocho modelos de la marca.
UN OBJETO ESCULTÓRICO EN MOVIMIENTO
El automóvil ha servido además como inspiración escultórica y material artístico, sobre todo en el arte conceptual y minimalista. Destacan obras de artistas como John Chamberlain con piezas a gran escala compuestas por trozos de coches aplastados (Kora, 1963 o Schizoverbia, 1994); Miina Akkijyrkka, cuya obsesión son las vacas, realizó en 2011 la gigantesca escultura Santo becerro, donde una furgoneta forma parte de la misma; Dirk Skreber, que en su obra Crash (2009) pone de manifiesto la conciencia social ante el peligro de la conducción; Dustin Shuler y su conocida escultura de Illinois, The Spindle (1989), donde se insertan ocho vehículos; el grupo artístico Ant Farm compuesto por Chip Lord, Hudson Marquez y Doug Michels y cuya obra Cadillac Ranch (Texas, 1974) se compone de diez Cadillac semienterrados y pintados con aerosol; y, cómo no, la obra del artista callejero Bansky, Crazy Horses (2013), una instalación donde aparece un coche deteriorado y una pintura mural con unos caballos desbocados que denuncia el asesinato en 2010 de un periodista de Reuters por parte de un helicóptero estadounidense en Bagdad. La instalación está ambientada con sonidos del ataque proporcionados por Wikileaks.
Hasta aquí esta pequeña pero intensa muestra. Resultaría casi imposible indicar todas las obras y los artistas que han tomado el automóvil como referencia de su arte y sin duda aparecerán otros que volverán a sorprendernos con el coche como tema central, ya sea por su diseño, por su función o incluso como parte accesoria de nuestra sociedad.
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