Una de las formas más directas de llegar por carretera a Nápoles es leer Unico grande amore, libro del periodista Toni Padilla, un estupendo viaje por 50 ciudades de Italia explicadas al trasluz de su fútbol.
Allí, en la ciudad más poblada del sur de Italia, territorio volcánico, al entrenador del Nápoles, Luciano Spalletti, le robaron el Fiat Panda hace algo más de año y medio y se lo han devuelto ahora porque se va del club. Se despide con el volante de su coche en las manos (es lo único que ha recuperado; no quedan ni carrocería ni ruedas) tras haber ganado la Liga, 33 años después de la que conquistó Maradona en un escenario único, casi siempre en llamas.
Ese incendio cotidiano lo explicaba así el cantante Pino Daniele en Napule é: “Nápoles es mil colores, Nápoles es mil miedos”, cita Padilla, que también recurre a las palabras del productor de cine Carlo Ponti –fue marido de la napolitana Sofía Loren– para atisbar la esencia de la ciudad y su club: “Como milanés digo que los napolitanos son los únicos italianos que no son italianos porque son mucho más napolitanos que italianos. Tienen características especiales. Son diferentes, son napolitanos”.
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Una efervescencia que el fútbol agiganta, en una ciudad donde los vecinos discuten para demostrar quién es mejor aficionado y los ultras se adueñan de las gradas y dominan a veces el pulso del club.
El volante del Panda de Spalletti
Y un día, algunos de ellos, se quedaron con el Fiat Panda de Spalletti, odiado entonces y adorado ahora después de ganar la liga. En octubre de 2021, anunciaron el robo con una pancarta cerca del estadio Diego Armando Maradona. Exigían el despido (o la dimisión) del técnico. “16-10-21: Spalletti, te devolveremos tu Panda… ¡siempre y cuando te vayas!”.
“Vamos a ver en qué estado me lo devuelven, si es que lo tienen todavía”, se resignó Spalletti con humor, sin otro remedio. Dos temporadas después, el coche ha vuelto. Lo llevaron en una caja varios ultras encapuchados a la sala de prensa del Nápoles, como sorpresa de despedida para el entrenador.
Los aficionados cumplieron su palabra, más o menos: devolvieron solo el volante. “Esto es lo que queda del coche derretido, todo quedó fundido. Somos los de la pancarta”, leyó uno de los radicales. Y añadió: “Estás en nuestro corazón Luciá, campeón con nosotros. Recibe este regalo como muestra de agradecimiento. Atentamente, los Villanos”.
En la caja, junto al volante, había unos discos de Pino Daniele que Spalletti llevaba en el Fiat Panda hace un año y medio, cuando desapareció de la puerta de su hotel. “Nápoles es una voz de criaturas”, cantaba Daniele.
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