La marca alemana inventó un nuevo tipo de automóvil al lanzar el CLS en 2004: la berlina con línea de cupé, que trataba de combinar el espacio de los turismos y el atractivo estético de los deportivos. Y la propuesta tuvo gran éxito, sobre todo porque rompía con la imagen clásica y conservadora de la mayoría de berlinas.
Mercedes va ya por la segunda generación del CLS, y otras marcas como Audi, BMW, Porsche y Aston Martin se han animado a seguir el mismo camino con sus modelos A7 Sportback, Gran Coupé, Panamera y Rapide.
Pero la firma de la estrella vuelve a situarse ahora un paso por delante de la competencia con el Shooting Brake, la versión familiar del CLS, que ofrece más espacio y sentido práctico y añade un traje muy creativo, diferente al de las rancheras convencionales. Ya se vende desde 67.750 euros.
Con una longitud de 4,95 metros, el Shooting Brake mide casi lo mismo que el CLS, pero tiene unas plazas traseras más desahogadas y un maletero mayor, de 590 litros, 70 más. Y para reforzar su funcionalidad, el portón cuenta con accionamiento eléctrico y la suspensión posterior es autonivelante: el coche no se hunde de atrás aunque se cargue mucho. También pueden añadirse detalles refinados como el piso del maletero acabado en madera, al estilo del suelo de los barcos.
Por el momento hay cuatro motores disponibles, dos de gasolina (306 y 408 CV) y otros dos turbodiésel (204 y 265 CV). Todos vienen con cambio automático de siete marchas, y los dos más potentes pueden pedirse con tracción 4×4, una solución que convierte al Shooting Brake en un familiar aún más versátil. Los dos diésel destacan por su eficiencia y consumen de media 5,4 y seis litros, respectivamente, muy poco para un coche de este tamaño.
La denominación Shooting Brake proviene del Reino Unido y se popularizó durante los años 60. Se utiliza para identificar a cupés deportivos que incluyen una zona trasera de ranchera.
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