Cadillac acaba de alcanzar un nuevo hito en su historia: la llegada del nuevo CTS-V supone la creación del modelo más potente desarrollado por la marca… aunque a primera vista hasta cueste diferenciarlo de la versión normal.
Hay que fijarse mucho para encontrar los cambios ya que, aunque los paragolpes y el capó son nuevos, y tenga detalles específicos como el alerón o el diseño de las llantas de 19 pulgadas, se echa algo en falta un enfoque estético más radical, quizá con unas mayores entradas de aire, un mayor ancho de vías o unos pasos de rueda más marcados.
Sin embargo, gracias a ello el CTS-V encaja perfectamente en la definición de “lobo con piel de cordero”. Cadillac le ha montado un bloque LT4 6.2 V8 sobrealimentado que desarrolla 640 CV de potencia y 855 Nm de par máximo, que se envían a las ruedas traseras mediante una caja de cambios automática de ocho relaciones y un diferencial de deslizamiento limitado. Con dicha combinación acelera de 0 a 100 km/h en 3,7 segundos y alcanza una velocidad punta de 322 km/h.
Algunas mejoras implementadas respecto al CTS normal son la suspensión Magnetic Ride Cocntrol, el control de tracción con cuatro modos (Tour, Sport, Track y Snow), un chasis con un 25% más de rigidez torsional y frenos Brembo con discos de 390 y 365 mm de diámetro en el eje delantero y trasero, y pinzas de seis y cuatro pistones respectivamente.
Se presentará en el Salón de Detroit en enero y estará a la venta en Estados Unidos en junio.
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Apasionado del motor desde pequeño, primero de las motos y después de los coches, con especial predilección por los modelos nipones. Lleva una década dedicándose al sector, formado primero en Autobild y desde entonces en el Grupo Prisa, probando todo lo que haga ruido... o no.