A menudo se han visto casos de ricos excéntricos que incluyen diamantes en sus llantas, oro en sus neumáticos y otras rarezas del estilo, pero se trata normalmente de preparaciones exclusivas. Mucho menos habitual es encontrar soluciones de este tipo de fábrica: BMW se ha volcado con el oro, aunque solo para dos de sus coches y por una buena causa.
Denominados como BMW i3 y BMW i8 Starlight Edition, se trata de dos ejemplares creados por la división checa de la marca junto con Liebscher Blattgold GmbH, el pintor Miroslav Spicák y el diseñador Zoltán Matuska. Entre todos ellos ha conseguido dar a los vehículos electrificados una pintura degradada formada con oro de 24 kilates.
Esta incluye cientos de miles de copos del dorado metal, que se ha aplicado a la carrocería mediante cuatro capas distintas que se han sumado a las seis que tiene habitualmente cada uno de los modelos. También se ha replicado el esquema en el interior, con numerosos elementos acabados en dorado como el centro del volante, los umbrales de las puertas y diversas molduras del salpicadero.
Su creación tiene como objetivo subastar ambas unidades y destinar lo recaudado a los premios VIZE 97 Prize, centrados en la divulgación científica.
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Apasionado del motor desde pequeño, primero de las motos y después de los coches, con especial predilección por los modelos nipones. Lleva una década dedicándose al sector, formado primero en Autobild y desde entonces en el Grupo Prisa, probando todo lo que haga ruido... o no.