Poner en peligro el orden y el equilibrio urbano está penalizado severamente: las señales de tráfico contribuyen a ello y, por lo tanto, manipularlas es sinónimo de una multa que puede llegar a ser de miles de euros.
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La policía de Boulder (Colorado, Estados Unidos) está buscando a la persona que colocó varias señales de tráfico falsas en las calles de la ciudad. Imitaban a las oficiales, pero contenían frases como “Suelta el teléfono, maldita sea” o “No mates a ningún niño hoy”.
Casi todos los conductores han murmurado frases de este tipo, pero alguien decidió encargar señales con ellas e instalarlas por la ciudad. Las autoridades policiales han retirado 14 de ellas y han recordado que esta broma, más trabajada de lo habitual, es un delito.
Modificar señales de tráfico en España
Tanto en Estados Unidos como en España, hay una serie de normas que regulan las señales de tráfico. El artículo 58 de la Ley de Tráfico establece que “salvo por causa justificada, nadie debe instalar, retirar, trasladar, ocultar o modificar la señalización de una vía sin permiso del titular de la misma o, en su caso, de la autoridad encargada de la regulación, ordenación y gestión del tráfico o de la responsable de las instalaciones”.
El mismo precepto añade: “Se prohíbe modificar el contenido de las señales o colocar sobre ellas o en sus inmediaciones placas, carteles, marcas u otros objetos que puedan inducir a confusión, reducir su visibilidad o su eficacia, deslumbrar a los usuarios de la vía o distraer su atención”.
Hasta 3.000 euros
Hay que tener en cuenta que cualquier ataque a una señal de tráfico está considerado como una infracción muy grave. ¿La razón? Generan un riesgo en la circulación de los usuarios de la vía y, además, implica gastos extra por las necesarias tareas de reparación y mantenimiento.
Dentro de estas acciones se incluye la alteración del significado de las señales, impedir su correcta visión o modificar su contenido. En estos y otros casos, la multa puede ser de hasta 3.000 euros.
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Desde que aprendió a hablar y escribir, una de sus pasiones siempre fue contar todo lo que pasaba a su alrededor. Hizo las maletas y cambió Zaragoza por Madrid para estudiar Periodismo en la Universidad Complutense. Antes de graduarse, el mundo del motor se cruzó en su camino… y nunca lo ha abandonado.