El eléctrico definitivo de Porsche

El Mission E es un modelo 100% eléctrico, que se recarga en 15 minutos, tiene 500 km de autonomía y tecnología futurista.

¿Quién dijo que los eléctricos tenían que ser feos? Porsche se ríe de esa afirmación con su último retoño, el Mission E Concept, un modelo que viene a plantar cara a Tesla y que obliga a replantearse mucho de lo que pensamos de este tipo de vehículos.

Miremos primero el exterior, aunque ya adelantamos que es lo menos importante. Este prototipo es puramente Porsche, tiene todas las líneas de diseño que lo identifican como uno más de la familia, pero con una vuelta de tuerca que nos remite al futuro a corto de plazo de nuevos modelos. Predominan las formas suaves y redondeadas, los pasos de rueda ensanchan la carrocería, en el que están integrados de forma muy natural, en el frontal los grupos ópticos están formados por cuatro núcleos y la zaga es de corte minimalista. Queda claro que estamos ante un deportivo, pero de una sutileza y una elegancia superior a lo que estamos acostumbrados.

Centrando la mirada en la parte posterior de la aleta delantera izquierda, un panel corredizo deja a la vista un cargador bastante especial, el Porsche Turbo Charging. ¿Y qué tiene de especial? Su voltaje, que es de 800 voltios. Esto permite recargar un 80% de la batería en solo 15 minutos, alcanzando 400 km de autonomía, y hasta 500 si la recarga es completa.

La batería está alojada en la parte inferior del Mission E, entre ambos ejes para rebajar el centro de gravedad y afectar lo menos posible al reparto de pesos. Alimenta a un sistema formado por dos motores eléctricos que entregan una potencia de 600 CV a las cuatro ruedas, gestionadas por el Porsche torque Vectoring y que son direccionales. De esta manera, acelera de 0 a 100 en 3,5 segundos y de 0 a 200 en menos de 12 segundos.

Si el apartado técnico impresiona, el habitáculo no se queda atrás. A priori no se ve porque, puesto que para ser un prototipo se trata de un interior bastante sencillo para ser un concept. Y es que la novedad se encuentra detrás del volante, en un cuadro de instrumentos formado por cinco relojes que se controla con los ojos. Si habéis leído bien, una cámara identifica a cuál estamos mirando, lo resalta y nos permite navegar sobre su correspondiente menú. Además, y esto es algo que todos hemos sufrido alguna vez, la pantalla modifica su posición para que el conductor pueda verla siempre y el volante no moleste.

La marca de Stuttgart ha dado un golpe sobre la mesa con el Mission E y, mientras que todavía estamos sorprendidos por el prototipo, ya se alzan las primeras voces que se preguntan si estamos ante la versión de preproducción del rumoreado 911 eléctrico.







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