Por qué las marcas no querrán vender tantos coches el año que viene

La industria del motor europea, antes de la fecha en que se prohibirán definitivamente los coches de combustión (2035), tiene que pasar por otros puntos de no retorno que poco a poco van a obligar a los fabricantes a producir coches más limpios. El primero de relevancia es a partir del 1 de enero de 2025 y su importancia es tal que incluso va a hacer que las marcas quieran vender menos coches de los que venden actualmente.

Con el comienzo del próximo año llega la norma CAFE (Corporate Average Fuel Economy), una normativa europea que regula las emisiones medias de las gamas de los fabricantes, obligando a que ésta sea de 93,6 gramos de CO2 por kilómetro, aunque a efectos prácticos la media que se aplicará será de 95 g/km.

Aquellas que no cumplan con la cifra, recibirán una multa de 95 euros por cada gramo de más y coche vendido, lo que podría traducirse en sanciones millonarias.

Esto supone un problema importante, puesto que para poder rebajar a ese límite las emisiones contaminantes de sus gamas, las compañías necesitan vender muchos más coches eléctricos e híbridos enchufables que equilibren la balanza y compensen la contaminación de los vehículos de gasolina o diésel.

Ante esta situación grupos como Renault o Volkswagen han pedido que se modifique la norma para que no sea tan estricta, pero otros, como Stellantis, están convencidos de que la norma CAFE es el camino a seguir, así que están dispuestos a tomar cartas en el asunto, aunque sea con medidas que puedan parecer radicales.

Cuestión de números

Jean-Philippe Imparato, jefe europeo de Stellantis, ha hablado sobre el tema con Automotive News y las cuentas que han hecho en la compañía son claras: para alcanzar esa cifra, tienen que vender un coche eléctrico o híbrido enchufable por cada cuatro coches de gasolina que matriculen.

El problema está en que para lograr esa proporción deberían duplicar los registros de este año, algo que se antoja muy complicado, sobre todo porque el mercado está demostrando que, todavía, no hay tanta demanda de modelos de cero emisiones.

Ante esta situación, se barajan dos opciones, ambas encaminadas a fabricar menos coches. La primera pasa directamente por reducir la producción de modelos térmicos, sacando de fábrica únicamente unidades bajo demanda, para reducir la proporción de coches de combustión / coches eléctricos existente.

Sin embargo, como quizá esto no sea suficiente, entra en juego la segunda opción: subir el precio de los automóviles térmicos para que sean menos atractivos, la gente los compre menos y, en comparación, los eléctricos presenten unas tarifas más interesantes.