La curiosa razón por la que la DGT no quiere bajar la tasa de alcohol a 0,0

El director de Tráfico explica los conflictos que podría generar al organismo un límite cero de alcoholemia.

tasa alcoholemia

Un alcoholímetro en un control policial.

Se trata de una modificación legal que tardará en llegar, pero supondrá un cambio definitivo: nada de alcohol al volante. El director general de Tráfico, Pere Navarro, ha precisado que la nueva tasa de 0,2 gramos de alcohol por litro de sangre (0,1 miligramos por litro de aire aspirado) equivale a “tolerancia cero”, así que lanza una advertencia a los conductores: “No se puede beber absolutamente nada”.

Navarro ha explicado en una entrevista con la agencia Efe que la rebaja de 0,5 a 0,2 gramos por litro se materializará lo antes posible, pero probablemente no este año. Además, ha revelado que la decisión está avalada por una recomendación de la Comisión Europea como medida para disminuir la siniestralidad, así como por las peticiones de numerosas asociaciones de víctimas y fundaciones del ámbito de la seguridad social.

Como referencia, además, la DGT se ha fijado en países como Suecia y Noruega, referentes en este campo y cuyo límite es también un 0,2. La medida, por otra parte, es coherente con el mensaje que históricamente ha lanzado el organismo: “Si bebes, no conduzcas”. El lema de la última campaña de concienciación iba en ese mismo camino: solo cero tiene cero consecuencias.

¿Por qué la DGT no fija una tasa de alcohol 0,0? 

Detrás del anuncio del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, subyace como propósito acabar con la idea del “consumo moderado” entre los automovilistas y eliminar debates sobre cómo el alcohol afecta en función del sexo, la edad o el hábito. “No se puede beber y conducir”, insiste Pere Navarro.

Entonces, ¿por qué la DGT no deja la tasa máxima en 0,0? La mirada de Tráfico se va a los países de referencia en el terreno de la seguridad vial, pero, además, ciertos procesos digestivos pueden generar niveles de alcohol en sangre en algunas personas. “Técnicamente nos podría crear algún conflicto”, reconoce el director general de Tráfico.

Navarro rechaza que la rebaja del límite a 0,2 (0,1 en el alcoholímetro) vaya a crear confusión entre los conductores, ya que con esa tasa máxima algunos conductores podrían pensar que tienen margen para beber, y no es así. Sin embargo, sostiene, “el ciudadano lo entiende y responde” si se explican bien las cosas.

“Es absurdo el debate de una cerveza sí, dos no, o una copa de vino sí y dos no. Puedes beber lo que quieras, pero no si vas a conducir, no”, insiste Navarro, que señala el buen acogimiento de la medida. “No hemos visto ninguna opinión en contra, lo cual en este país y en estos momentos, pues tiene su miga”, se sorprende.

Efectos en la siniestralidad vial

Uno de los principales motivos para reducir la tasa es el estancamiento de las cifras de fallecidos en siniestros viales, con cerca de 1.800 muertes al año y unos 9.200 heridos hospitalizados. “No podemos resignarnos, ni quedarnos con los brazos cruzados dando palotes y contando y contando víctimas”, se duele Navarro.

De izquierda a derecha, la subsecretaria de Interior, Susana Crisóstomo; el ministro del Interior, Grande-Marlaska, y el director de Tráfico, Pere Navarro.

En su opinión, esta rebaja en la tasa de alcoholemia supone un paso fundamental. “Nos da la impresión de que tendrá sus efectos en la reducción de la siniestralidad”, recalca el director de Tráfico, a pesar de que no existen estudios significativos que permitan calcular la disminución futura de los accidentes mortales.

Se trata, en todo caso, de dar la vuelta a las cifras actuales: el 53,6% de los conductores fallecidos en siniestros de tráfico en 2023 dio positivo en alcohol, drogas de abuso y psicofármacos, aisladamente o en combinación, según recoge un trabajo del Instituto Nacional de Toxicología a partir de 862 autopsias de automovilistas fallecidos.

Después del alcohol, las drogas

Resultará más complicado, en cambio, dar un paso similar con las drogas, reconoce Pere Navarro: “Es más complejo. Con el alcohol tenemos unas tasas muy marcadas, con las drogas todavía no hemos llegado a poder identificar el nivel exacto, con lo cual solo se habla de presencia o no en el organismo”.

Aun así, Navarro apunta que después del alcohol “toca insistir con el tema de las drogas”, pues la presencia de estupefacientes en los conductores va en aumento.

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