Desde los ya lejanos orígenes del automóvil, una práctica casi unánime entre sus fabricantes ha sido identificar los diferentes modelos mediante la colocación del nombre en alguna zona de su carrocería, muy frecuentemente en la parte posterior. Es así como resulta sencillo conocer de qué producto se trata, sobre todo en una época como la actual en la que la diversidad de la oferta resulta reseñable.
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Letras, dígitos, la combinación de ambos e incluso en ocasiones un símbolo o un logotipo se han utilizado para esta función. Pero casi siempre una diferenciación clarifica el modelo del que se trata a simple vista, sin necesidad de disponer de mayores conocimientos técnicos o de la empresa.
Cupra, una marca de reciente creación que, sin embargo, ha renunciado a esta fórmula. Nacida de forma independente hace seis años, lo que comenzó siendo la división de los coches más deportivos y prestacionales de Seat se convirtió en un sello con entidad propia buscando una mayor exclusividad que la que ofrece la generalista española. Su primer modelo, todavía realizado sobre una base de Seat, fue el Cupra Ateca, que además sirvió para estrenar el personalísimo emblema de la casa que se ha convertido en una de sus indiscutibles señas de identidad.
Otra de las particularidades de Cupra tiene que ver también con la identificación de sus coches. Desde aquella primera propuesta de hace seis años, cada uno de los modelos de la marca ha prescindido de su identificación en la carrocería. Ateca, León, Formentor, Born, Terramar, Tavascan… todos ellos se han relevado sin que su denominación apareciese en lugar alguno.
Una decisión meditada
Con esta decisión, la mayoría de las personas pueden tener dificultades para saber de qué modelo de la gama Cupra se trata. Tan solo quienes disfrutan de un mayor conocimiento de la marca los identifican sin mayores problemas, aunque no es lo habitual en la generalidad del público.
La decisión, obviamente, no es casual por parte de los responsables de la empresa española del Grupo Volkswagen. Sus especialistas en mercadotecnia pensaron que prescindiendo de la referencia al modelo la atención del público se centraría en la marca, justo lo que se pretendía. Una cuestión esencial para su posicionamiento en el mercado en la fase de su lanzamiento, cuando lo importante es que se conozca la propuesta general más allá de las particularidades de cada producto.
Poniendo el foco en el nombre de la marca y también en su llamativo logo, los potenciales compradores empezarían a tener en consideración a Cupra como una alternativa válida a otras opciones igualmente situadas algo por encima de las generalistas, prácticamente cohabitando con las catalogadas como prémium.
El resultado de la estrategia parece el deseado. En poco más de un lustro, Cupra se ha convertido en objeto de deseo para muchos compradores en toda Europa, que asocian la marca a valores como diseño, modernidad, tecnología, deportividad e incluso eficiencia con los modelos electrificados. Su logo tribal, que simboliza una comunidad unida, sigue presidiendo las carrocerías de sus coches, mientras que la nomenclatura del modelo se mantiene oculta y a la interpretación o el conocimiento de aquellos que lo contemplan.
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