Fueron un total de 221 balas, las que Jean-Marie Bastien-Thiry y sus secuaces de la OAS –organización terrorista francoargelina de extrema derecha– dispararon el 22 de agosto de 1962 contra el coche en el que viajaba el entonces presidente de la República Francesa, Charles de Gaulle. Catorce impactaron contra el vehículo. Una pasó rozando el flequillo del mandatario.
El día siguiente, De Gaulle denotaba la pericia del conductor como lo que le había salvado. El conductor le corregía y le otorgaba todo el mérito a la suspensión hidroneumática del vehículo. El coche no era otro que un Citroën DS, más conocido como Tiburón, y había sido presentado siete años antes en el Salón del Automóvil de París. En el cuarto de hora posterior a su puesta de largo, se recibieron 743 pedidos. Al final del día, eran 12.000 las unidades vendidas, muchas más de las que la casa era capaces de producir en un año. Supera eso, iPhone.
El DS, que se dejó de fabricar en 1975, fue un coche avanzado a su tiempo, tanto por su futurista diseño –la única pega era que su techo en caída impedía la visibilidad trasera los días de lluvia, pues la luna se convertía en catarata– como por algunas de sus prestaciones técnicas. Durante sus dos décadas de fabricación se despacharon 1,5 millones de unidades y el 18 de diciembre de 1999, cuando se desvelaron los resultados del concurso al Mejor Coche del Siglo XX, el Tiburón quedó tercero, por delante del Porsche 911. Jamás han vuelto a fabricar un coche tan sexy y que, además, pueda circular con solo tres ruedas.
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