AMG es sinónimo de deportividad, pero en Mercedes se han dado cuenta de que estas versiones pueden ser demasiado radicales y que existe un salto enorme entre la gama convencional de cada modelo y su variante de altas prestaciones. Es por ello que la marca alemana ha lanzado los AMG 53, una suerte de puerta de acceso a sus modelos deportivos que se extenderá a muchos integrantes de su gama, pero que han estrenado los CLS 53 y las variantes cupé y cabrio del E 53.
Todos ellos comparten (y compartirán) una serie de elementos. El primero es una estética específica marcada en los pequeños detalles. La parrilla rodea al logo por dos listones cromados, las llantas son de 19 pulgadas y tanto el splitter delantero como las dos salidas de escapes dobles redondas presentan un acabado en cromo.
El habitáculo rezuma deportividad por los cuatro costados: el cuero negro de la tapicería es el dueño y señor, pero aportan el toque de color numerosos elementos rojos, desde las costuras al sistema de iluminación ambiental LED. Además, aireadores y diversos apliques son de aluminio, y la fibra de carbono está presente en las puertas, el salpicadero y la consola central.
Bajo el capó todos usan el mismo motor, un bloque 3.0 turbo de 435 CV que forma parte de un sistema de hibridación suave. Este inserta un pequeño propulsor eléctrico que actúa como motor de arranque, alternador y, en momentos puntuales, añade 21 CV y 250 Nm de par máximo.
El apartado mecánico lo redondea el sistema de tracción integral AMG 4Matic+, el selector de modos de conducción Dynamic Select, los frenos de grandes dimensiones, la suspensión AMG Ride Control+ y la dirección electromecánica.
En cuanto a prestaciones, el Mercedes-AMG CLS 53 pasa de 0 a 100 km/h en 4,5 segundos, idéntico tiempo al E AMG 53 Cabrio pero una décima más que el E AMG 53 Coupé, que completa el sprint en 4,4 segundos.
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