Neumáticos y seguridad: cómo se mantienen en perfecto estado

El neumático es un elemento de seguridad básico en el coche, es quien nos permite negociar una curva en seco, en mojado, en cualquier condición. Es quien nos permite frenar con seguridad y en la menor distancia posible, que es la diferencia entre evitar una colisión y sufrirla.

Por eso, mantener los neumáticos en perfecto estado es una de las cosas más importantes de llevar un coche con seguridad. Pero además, es uno de los temas de mantenimiento más sencillos de realizar: en el 90% de los casos basta con mantener las presiones en su mejor valor, algo que podemos comprobar una vez al mes, quizá una vez cada dos semanas, máximo. Eso sí, existen otros aspectos del mantenimiento del neumático que vale la pena destacar.

– Presiones perfectas para un neumático en las mejores condiciones

Empezamos y recalcamos el tema de las presiones de los neumáticos. Un valor erróneo tiene mucha influencia en el comportamiento del coche y en nuestra seguridad al volante. Podemos consumir más combustible, podemos arriesgarnos a que el neumático no tenga el agarre óptimo en un momento crítico, y en casos extremos podemos sufrir un reventón que nos pille desprevenidos.

El valor correcto de las presiones lo determina el fabricante. Se pueden ver los valores de presión recomendados en varios lugares del coche, principalmente en la puerta del conductor y en la parte interior de la portezuela del depósito de combustible. Ir con presiones más bajas significa que el neumático se desgasta de forma irregular (más por las partes extremas), que se calienta antes (y se desgasta más rápido), podemos correr el riesgo de desllantar…

Tener demasiada presión en los neumáticos significa un desgaste anómalo por el centro de la banda de rodadura, los neumáticos absorberán peor las irregularidades del terreno y tendremos menos agarre en general. Por eso es importantísimo controlar las presiones de los cuatro neumáticos regularmente. Si acudimos a un taller especializado o de confianza, el control de las presiones seguramente nos saldrá gratis.

– Desgastes irregulares, golpes y otros maltratos al neumático

Acelerones y frenazos terminan haciendo daño a los neumáticos. Golpes en bordillos, toma de resaltos excesivamente optimistas y ese tipo de maniobras, normalmente involuntarias, consiguen que la goma del neumático sufra mucho, y podemos incluso romper la carcasa, que es el “tejido” metálico que da forma a la rueda y mantiene su forma, absorbiendo fuerzas de torsión y soportando las capas de caucho que forman los flancos y la banda de rodadura.

Un fuerte golpe puede romper alguna fibra metálica de la carcasa, algo que si no es muy grave se puede arreglar, pero que en ocasiones hace que el neumático quede inservible. Rascar los flancos del neumático contra los bordillos al aparcar tampoco es bueno, ya que cuanto más íntegra esté esa parte, mejor para la conservación del neumático.

Un problema en la suspensión o en el alineado de las ruedas puede llevarnos a desgastar de forma irregular la banda de rodadura, algo que se traduce en inestabilidad (sobre todo en frenada), y evidentemente en que no aprovechamos toda la superficie disponible para la tracción. Normalmente, si revisamos el coche cuando toca y no tenemos problemas de golpes (ni siquiera en los resaltos, que muchas personas atacan con demasiado ímpetu), y sobre todo, si mantenemos los neumáticos en los valores óptimos de presión de inflado, no deberíamos tener problemas.

Pensemos que los neumáticos son el elemento del coche que nos puede salvar la vida (junto con los frenos y los amortiguadores) cuando debemos realizar una frenada de emergencia en la autovía ante un accidente que se produce delante de nosotros. La diferencia entre un neumático en perfectas condiciones y un neumático en mal estado es la diferencia entre evitar la colisión, o minimizar sus efectos, y sufrir la colisión con más o menos violencia.