Mezclar gasolina de 95 y de 98 no supone ningún problema para el motor porque sólo tiene el efecto de reducir algo el poder antidetonante. No ocurre lo mismo cuando los protagonistas son el GNC y el GLP: la confusión parece imposible, pero no lo es.
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Este lunes, se produjo una explosión en una gasolinera Bionet del Polígono Industrial Riu Clar (Tarragona). El conductor de un Dacia Sandero, que funcionaba con GLP, se confundió a la hora de repostar. La clave está en que la citada estación de servicio sirve GNC, pero no gas licuado de petróleo.
Tal y como explica Diari de Tarragona, el conductor intentó introducir la boquilla de GNC, aunque no encajaba. Este movimiento produjo una rotura en el depósito de GLP del Dacia Sandero y esto se transformó en una deflagración.

La explosión causó daños materiales considerables tanto en el vehículo como en el surtidor de la gasolinera. También sufrieron heridas leves los dos ocupantes del coche, que, por precaución, fueron trasladados al hospital.
Estas son las explicaciones que han dado Autoxandri, grupo oficial de concesionarios Renault y Dacia, y el Grupo HAM, que es el responsable de la estación de servicio HAM Tarragona GNL–GNC, ubicada dentro de las instalaciones de Bionet.

Confundir GLP y GNC
Hay que tener en cuenta que el GNC (Gas Natural Comprimido) y GLP (Gas Licuado de Petróleo) son combustibles diferentes. El primero es metano comprimido a alta presión y el segundo es una mezcla de propano y butano licuado.
Tienen presiones y densidades distintas. El GNC está almacenado a muy alta presión (200-250 bar) en tanques muy robustos, mientras que el GLP está a menor presión (2-20 bar) en depósitos más ligeros.
Los tanques de ambos son incompatibles y tanto los sistemas de instalación como los de alimentación son diferentes. La teoría afirma que un coche adaptado para GNC no puede usar GLP y viceversa. ¿La razón? La boquilla de repostaje no encajará e impedirá el llenado. Además, la presión también es distinta.

Las graves consecuencias
Si, como ha ocurrido en Tarragona, se fuerza el repostaje, las consecuencias pueden ser variadas y todas graves. El motor no funcionará porque no podría usar el gas incorrecto y componentes clave como el reductor, los inyectores o el depósito sufrirían daños serios.
Finamente, teniendo en cuenta que el sistema no está preparado para las propiedades físicas y químicas del otro gas (como, por ejemplo, la presión) podría ser tan peligroso como para provocar una deflagración.
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